El último día de la semana laboral pasada, me preguntó uno de mis pacientes:
_¿Le pasa algo médico, lo veo preocupado?
No queriendo sumar un elemento más a la problemática de salud de mi interlocutor, le dije que sólo estaba un poco cansado, pero el hombre insistió en su interés en buscar una respuesta a lo que seguramente mi actitud estaba reflejando; entonces le dije:
_Tiene razón, estoy preocupado.
_Me imagino que por el resultado de las elecciones _dijo el paciente.
_La verdad _le contesté_ me preocupa más el impacto que han tenido las campañas sobre la sociedad; los mensajes directos y subliminales, realmente han modificado la conducta de muchas personas, que otrora era más mesurada, pues se permitían hacer un análisis a conciencia de todo lo que influía en su vida, para la toma de decisiones, y ahora hay una mayor impulsividad que denota claramente signos de violencia. Me preocupa también la garantía de los derechos humanos, de los derechos laborales y la paz social; que si bien, muchos ciudadanos pueden argumentar que cuáles derechos y cuál paz, si siempre se han cometido violaciones; me refiero ahora, sin restarle importancia a todos los sucesos que han puesto en evidencia la dificultad para establecer el orden, lo que posiblemente vendría a exacerbar lo que ya se está padeciendo.
No necesito ir más lejos del contexto local, para observar cómo se va agudizando la animadversión entre las personas, debido a la brecha que existe entre los que apenas tienen para vivir y los que viven para tener.
El viernes, mientras se violaba uno de mis derechos laborales, por uno de mis compañeros que suele saludarme y sonreírme cuando nos encontramos durante la semana: al no poder disimular mi descontento y mi evidente preocupación, mi paciente, de origen campesino, que se asume como analfabeta por decisión propia, se preocupó por mí, y me dijo: _Yo estoy muy feliz con mi trabajo de campo, mi patrón es una excelente persona y es justo, trabajo de sol a sol porque me gusta, soy responsable y me gusta cumplir y me agrada que mi patón me tenga confianza. Mi padre me daba estudio, pero a mí no me agradó estudiar, porque yo soy de campo, vivo del campo y el campo es mi vida. Me ofrecen un trabajo en la ciudad, con una mejor paga, pero no acepté. En pocas palabras soy y me siento feliz y mi familia no me exige más de lo que puedo darles y también es feliz.
Poco a poco mi preocupación se fue esfumando, y entonces recordé aquella cita bíblica que dice: ”No andéis, pues, acongojados por el día de mañana harto cuidado traerá por sí; bástele ya a cada día su propio afán o tarea” (Mt 6:24)
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