Lo de aquí, lo de allá, lo de ayer, lo de hoy, lo oscuro,  lo luminoso, lo que siempre ha estado y siempre estará, no importa la edad que se tenga, la información de lo que fue, y lo que es, se ha ido almacenando en el cerebro desde la aparición del hombre sobre la tierra, generación tras generación va dejando su contribución al proceso de maduración de la conciencia plena y el develamiento del misterio sobre nuestro origen, de lo que fuimos y somos, de la partida del principio y del retorno a ese principio, en el mismo lugar,  para dar fe de la inmortalidad y la eternidad garantizada, que sigue al pie de la letra las leyes de la creación de la vida.

De pronto nos vemos montados en un corcel alado, en la soledad de las llanuras de lo imposible, hecho posible, nos dejamos guiar por el sonido, por la armonía musical que emana de la orquesta natural de todos los tiempos, en todos los espacios, y observamos maravillados el motivo de nuestro ser y estar, contemplamos el surgimiento de nuestras emociones básicas influenciadas por la inspiración de los sucesos, que sin ser buenos o malos, nos obligan a poner límites entre la realidad y la irrealidad, límites entre nuestra fortaleza y debilidad ante lo que sabemos y lo que ignoramos, de ahí que surja la pregunta si hemos sido bendecidos con el conocimiento suficiente para ejercer la sabiduría con humildad o nos regiremos por nuestro lado animal, actuando instintivamente ante los eventos que como remolino nos atraen para formar parte de un caos existencial, que hoy por hoy amenaza con quebrantar la alianza con el poder de poderes, para formar lo que pensamos es una nueva raza, pero que en realidad, es la misma pero deformada y extraviada en las incongruencias y la fatalidad de no saber en realidad quien es quien, sin saber quién es el poseedor de la verdad.

Que hable el espíritu, que se manifieste la luz, que brille el interior para dar claridad y reconocer a los seres que, estando en la sombra, ven hoy el tiempo propicio para establecer su reinado de oscuridad.

Él está aquí y dice: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se hace insípida, ¿con que se le devolverá el sabor? Para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte; ni se enciende la luz debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa: brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5:13-16)

ÉL restablecerá el orden de todas las cosas, predicará como siempre el amor hasta que todas las ovejas regresen a su rebaño. El que quiera escuchar que escuche.

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