La costa de La Pesca en Tamaulipas es, nadie lo duda, un pequeño paraíso.
Sus expectativas no deberían tener límites por el potencial que encierran sus especiales arenas, su clima y la seguridad habitual de sus aguas.
¿Entonces por qué La Pesca sigue empantanada en su desarrollo?
No es producto de la mala fortuna, de maquinaciones imaginarias ni de presuntos bloqueos al desarrollo turístico y económico de Tamaulipas. La respuesta la podríamos encontrar en los intentos históricos por convertirla en un auténtico polo recreativo inclusive en el plano internacional.
El saldo negativo que atrofia su despegue se podría sintetizar en una palabra. Una sola: Desconfianza, en donde más duele, que es en el posible inversionista.
Hay que aceptarlo: No les falta razón en el despego que ahora, en el renovado proyecto diseñado por el actual gobierno del Estado, han mostrado los dueños del capital para destinar recursos a ese edén tamauiipeco. Sólo un empresario –y victorense– ha mostrado interés real en adquirir los terrenos.
Lanzar un vistazo al pasado puede ayudar a entender esa desconfianza.
Corría el últino año del gobierno de Américo Villarreal Guerra. En plena campaña de Manuel Cavazos Lerma un grupo de empresarios de Nuevo León sostuvieron una reunión con el entonces mandatario para exponerle el primer proyecto de altos vuelos que de acuerdo a ellos haría de La Pesca una “Isla del Padre” mexicana.
Fiel a su estilo de no correr riesgos, Villarreal Guerra eludió dar su aprobación con el argumento de que era su último año y prefería que la decisión la tomara el siguiente gobernador, que todo anunciaba sería Cavazos. Con esa postura sembró la primera semilla de la decepción y por ende de la desconfianza entre inversionistas, quienes incluían un aeropuerto internacional en esa zona.
El matamorense nunca les compró el proyecto a los “regios” por una especial aversión que tenía hacia los capitanes del Estado vecino, lo que acentuó la molestia de estos, quienes desesperanzados ya no lo ofrecieron a Tomás Yarrington.
Con Eugenio Hernández ya se conoce la historia. Parecía que todo marchaba sobre rieles con la inauguración de “Costa Lora” a la que asistió el entonces titular de FONATUR. Los inversionistas vieron eso como una señal de certeza y volvieron a las andadas, pero una serie de problemas judiciales dio al traste con el proyecto y nuevamente esos empresarios se quedaron con un palmo de narices.
Lógico, tras tantos tropiezos hoy la desconfianza de inversionistas sólidos es monumental hacia cualquier proyecto gubernamental en La Pesca. Como dice la voz popular, el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla.
El gobierno de Cabeza de Vaca está pagando también esa percepción de los potenciales compradores de terrenos, la cual se agrava con el conflicto legal que afronta el Estado con afectados por la expropiación de lotes. Los capitalistas sí quieren, sí les atrae el proyecto, pero ya desconfían hasta de su sombra.
Manuel Cavazos solía manejar una frase respecto a la dificultad para atraer dinero a Tamaulipas: “En el mundo no hay nada más miedoso que el dinero; en cuanrto huele peligro, huye”.
Eso, parece estar sucediendo en La Pesca. Por enésima ocasión, otra vez entrampada…
ACADEMIA UNIVERSITARIA, AYER Y HOY
Cuando quien escribe era estudiante universitario en la UAT, en Tampico, la gama de carreras profesionales era muy límitada. Eran las clásicas, si no era Contador era médico, si no era ingeniero era arquitecto, si no era abogado era odontólogo.
Hoy el escenario de nuestra Alma Mater es impresionante. Acabo de ver el listado de opciones profesionales y compite con las ofertas de las mejores instituciones educativas del país.
Es una satisfacción ver su avance académico y es especialmente prometedor el apoyo que está dando el Rector Guillermo Mendoza a todas las unidades educativas, con su presencia directa y cercanía constante.
Asómese a lo que pone la UAT en manos de los jóvenes para su futuro y emociónese. Y no exagero…
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