De hoy en adelante contaré cada paso que dé, antes no lo hacía, porque corría todo el tiempo, y hasta me sobraba energía para seguir corriendo mientras dormía.

De hoy en adelante le daré a mis ojos la oportunidad de observar las maravillas que se viven día con día, y que ayer sólo veía según su luminosidad o la opacidad con que ocurrían.

De hoy en adelante, haré más que oír a quién me busque para contarme como ha sido su día con día, lo haré con sinceridad y paciencia, para poder escuchar con atención lo importante que le ha ocurrido y ocurría, no solamente para que el alma descanse, al sacar del ser lo que su pecho oprimía, sino para que encuentre la paz y la armonía.

De hoy en adelante velaré porque las palabras que salgan de mi boca, lleven la medicina que al corazón le devuelvan la alegría, para recuperar el propósito que motiva el seguir caminando en la vida.

De hoy en adelante aceptaré lo que tanto he rechazado en la vida, por pensar que la ciencia y la tecnología son la única solución para que el cuerpo y la mente alcancen la salud y se pueda tener una mejor calidad de existencia, aceptaré, que la fe es la más poderosa energía que puede sanar aún aquello que a muchos les parece no tener cura en la vida.

Desde hoy recibiré con humildad y sencillez lo que Dios ponga en mis manos, en mis palabras, en mi corazón y en mi mente para hacer su voluntad y así poder salvarme a mí mismo de todo mal que me haga sentir como una oveja perdida.

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”. (Jn. 10: 14-16).

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