Tómelo como una reciente leyenda urbana, como un cotilleo de pasillos y oficinas o como una posibilidad real.
Es su elección.
El tema es que un ex gobernador de Tamaulipas, de acuerdo a la especie que corre sin freno por el Estado, está a punto de recibir lo que podría ser un indulto presidencial o una libertad condicional para seguir el litigio que le agobia, fuera de la prisión.
El rumor es aún más radical: Hay quienes aseguran que el ex mandatario ya no se encuentra tras las rejas y que se le ha visto recorriendo la zona sabilera de lo que alguna vez fue llamado el Cuarto Distrito, que no es otro que el territorio semi árido del Estado.
Hay más tela de dónde cortar. Quienes propalan la versión también afirman que el ex gobernador será una de las cartas políticas que jugará la Cuarta Transformación en Tamaulipas en el proceso electoral del 2022, no como candidato porque la ley lo margina de cualquier posibilidad por su condición de indiciado -a menos que fuera exonerado- pero sí como impulsor y promotor de quien será designado por MORENA como su abanderado en la sucesión estatal, cuyas primeras batallas ya tocan a la puerta.
Demos rienda suelta a la imaginación.
No es Egidio Torre Cantú porque hasta ahora no ha sido incluido en alguna indagatoria formal y mucho menos se ha acercado siquiera a una celda. No es tamooco Tomás Yarrington Ruvalcaba, porque la justicia estadounidense está muy lejos de considerar una preliberación y en lugar de ayudar a la causa morenista sería un lastre nivel Titanic, que haría naufragar a cualquier navío. Y ni hablar de Manuel Cavazos Lerma, porque el matamorense ya no convoca ni a su familia y está en la antesala del retiro político.
Hacia atrás, de los ex mandatarios estatales ya ninguno de ellos vive.
Sólo queda vigente uno de ese grupo. Y sería una joya electoral como una auténtica máquina de ganar votos, por su enorme carisma y afecto que conserva entre casi todos los sectores tamaulipecos. Ocioso es citar su nombre.
La misma rumorología agrega que en este escenario sus acusadores están armando una nueva querella en un intento de mantenerlo en prisión. No sé si de ser cierto eso y lograran elaborarla, les alcanzaría para frenar una decisión presidencial si ésta fuera real, pero el tiempo, ya muy cercano para definir lo que sucederá, lo dirá.
¿Se queda con la leyenda urbana?…¿Le suena verosímil la versión?
Habrá quienes consideren todo esto como una mafufada propia de locos de atar o por lo menos un sueño guajiro, pero en la política mexicana, todos lo saben perfectamente y mucho más quienes en ella han medrado y lo siguen haciendo, nada es imposible y nada se puede considerar un caso cerrado hasta el último minuto de vida de sus protagonistas. Sobran ejemplos.
Así que dejo sobre la mesa el tema, sea para hacerlo pedazos o para construir castillos. Está por verse si en el aire o en terreno sólido.
Sólo de algo estoy seguro: Si MORENA, en el supuesto de que algo de realidad tuviera todo lo mencionado, adoptara esa carta para su causa, podría ungir como su candidato a quien se le pegue la gana.
Y aún así estaría muy cerca, a un pellizco, de sumar una gubernatura más…
Y HABLANDO DE ELECCIONES
Eran tiempos en Tamaulipas del priísmo triunfador al cien por ciento. Podían hacer candidato a Juan de las Cuerdas y ganaba sin problemas y sin recato pese a dicrepancias evidentes. Una anécdota pinta de cuerpo entero esa época.
Marciano Aguilar, líder cenecista, era el candidato del tricolor a diputado en Río Bravo. Y ganó tranquilamente con un dato curioso: obtuvo más de 54 mil votos.
¿Qué tenía de raro eso?
Sólo una cosa. En ese distrito el padrón electoral en ese tiempo -al final de la década de los ochenta- apenas se acercaba a los 40 mil ciudadanos. Era Marciano tan buen candidato, decían, que muchos hasta votaron dos veces por él para mostrar su adhesión.
Lo sospechoso es que sus pocos contrincantes no reclamaron ni el saludo. Decían los enterados que sus rivales ocasionales estaban tan seguros de quién sería el vencedor, que casi todos andaban ya en McAllen, Texas, gastando alegremente lo que habían recibido como “apoyos” para sus campañas.
¡Qué tiempos aquellos!…
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