Casi todas las actividades tienen tiempos buenos y no tanto. El turismo no es la excepción y, a nivel mundial vemos la forma en que se manejan las llamadas temporadas “alta” y “baja”, haciendo énfasis en la cantidad de paseantes que se espera recibir.
En el caso de la temporada denominada como alta, sabemos que su principal recurso viene de un verano en el que en casi todo el mundo la gente sale a descansar, a pasear, a disfrutar. En Europa es muy común ver dos tipos de tarifas de servicios y bienes, según la temporada que se vive y que es ofertada a los que llegan a esos lares. Un cuarto en temporada alta puede costar el doble que en temporada baja.
Y los tamaulipecos también vivimos esos tiempos de bonanza y de añoranza de recursos: hoy en día, según información de algunos colegas, los prestatarios de bienes y servicios de Miramar, en Madero tienen que buscar otras alternativas de ingreso, toda vez que los mejores días del verano han pasado.
En tiempos “buenos” vemos muchos puestos e artesanías y alimentos que están ahí para nosotros; ahora que concluye este período, son menos, y los que estuvieron tratando de vendernos los recuerdos para nuestros amigos, deberán, según algunos, buscar otras alternativas de ingreso para que sus familias no sientan esa crisis, ese cambio de actividad.
Pero la actividad turística es muy noble y hay para todos y para todo el año, dependiendo de la forma en que ofertemos nuestros valores convertidos en bienes, servicios o productos. Siempre habrá gente dispuesta a viajar, quizá no en la misma proporción, pero sitios como nuestra playa Miramar nunca pasarán de moda y albergarán a miles de visitantes.
Y para ello existe la promoción turística oficial y de la iniciativa privada. Hay formas de apoyar como lo hace el gobierno federal y estatal, y otras de difusión que tiene la iniciativa privada para lograr captar a ese minúsculo mercado potencial que aún se mueve hacia destinos importantes.
No podemos negar la importancia que tiene, turísticamente hablando, la playa Miramar y sus alrededores. Hoy se une a otros sitios que procuran ganarse un sitio como la playa dorada y otros sitios más.
Lo cierto es que hay gente para todo el año, aunque no en la misma proporción, y en ese sentido habrá que buscar, por un lado, la forma de aprovechar a los pocos paseantes, y por otra, la manera de que viajemos con costos menores.
En países importantes la industria turística resalta por la cantidad de divisas que atrae y la generación de empleos, que son dos indicadores importantes a nivel mundial.
Y en ese sentido, los sitios que cuentan con atractivos de turismo, sea de montaña, ecológico, de playa o de otra índole, deben seguir promoviendo y promoviéndose, de forma tal que al decidir un paseo tengamos siempre presente ese sitio tan especial. En este caso, nuestra playa Miramar.
Insistir es necesario, en el aspecto de la publicidad federal y estatal, lo que se traduce en apoyos de un gobierno federal y un gobierno del estado, porque en la medida que crece el turismo hay más visitantes y, por consiguiente, mayor derrama de recursos en la entidad, donde el principal beneficiario es el ciudadano sin oficio específico, el grueso de la población.
Habrá que esperar las cifras que nos ofrezca la Secretaría de Turismo del gobierno estatal para saber la afluencia de turistas que nos visitaron, así como el resultado de una temporada de vacaciones que resaltó por su forma de ofrecer los atractivos y por la tranquilidad con que se llevaron a cabo.
Y si a esta campaña de difusión se unen los empresarios e industriales, tendremos más visitantes, más paseantes, más “lana” circulando y, por consiguiente, una mayor oportunidad de desarrollo y apoyo a esas familias que muchas veces no tienen siquiera donde dormir. Es tiempo de apoyar nuestro turismo, sus áreas maravillosas, su espíritu tamaulipeco vigente.
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