Debemos apelar a la alegría, en primer lugar para levantar nuestro estado de ánimo ya que si el Altísimo ha permitido prolongar nuestra existencia tan sólo por esa razón debemos estar contentos.

Estamos vivos y no obstante las vicisitudes de la vida que día con día se ha vuelto más problemática acepto que también nos brinda muchas satisfacciones.

Las situaciones agradables por las que nos toca vivir, el afecto que sentimos de parte de nuestros seres queridos, de parte de las amistades, la comprensión de nuestra actuación de propios y aún de extraños le dan un valor incalculable a la existencia.

Continuamente viene a mi memoria el escrito del gran poeta Amado Nervo: “se que a mis lozanías va llegar el invierno, más tú no me dijiste que mayo fuera eterno”.

Que no importe que Dios te permita alargar tu existencia, en la vejez hay experiencia y sabiduría.
Al mal tiempo buena cara, dice un antiguo refrán, piensa que Dios te dio la vida más también la inteligencia para conllevar tu destino.

Que importante es tomar buenas decisiones ya que ellas te cobran su factura si no disciernes correctamente.
La dicha estará reflejada en tu rostro y una buena cara te abrirá puertas…

Aunque un hombre sea débil la alegría lo hace fuerte, dice una escritora norteamericana Mary Sulivan.
Abrigar alegría te otorga positivismo y con tal ver más luminosa tu existencia.

La alegría te acerca a la felicidad, propósito de Dios al crear al hombre a imagen y semejanza.
Los tragos amargos endulzarlos con el dulzor de la fe…

Así como el tiempo pasa, todo pasa dejándote un mensaje de sabiduría, de experiencia.
Por hoy es todo.

Hasta la próxima. Carpe diem.