“La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas”…
Miguel Angel
Una obra pequeña suele parecer insignificante.
Dos, tres, cuatro o cinco, también resultan intrascendentes para la gran mayoría.
Sin embargo, para quienes se benefician de esas acciones, éstas son sumamente importantes y las agradecen sinceramente .
Reparar el acceso a una colonia, construir unos cordones para banquetas que eviten que la lluvia invada los hogares, reponer tres luminarias en la calle donde se vive o reparar los juegos infantiles de un parque, por citar unos ejemplos, dignifican la vida de las familias. Son acciones que calan positivamente en el ánimo social.
Le expongo el porqué de esta reflexión con una recapitulación sobre lo sucedido 29 años atrás. Hace casi tres décadas.
Al iniciar su mandato Manuel Cavazos Lerma, el primer día del mismo puso en marcha de manera simultánea mil obras a lo largo y ancho del Estado. Un ejército capitaneado por secretarios, subsecretarios, directores, jefes de departamento, alcaldes, diputados locales y otros funcionarios, arrancaron en Tamaulipas ese primer día en el transcurso del mismo, ese número de obras.
Pintura de escuelas, remozamiento de centros de salud, entrega de equipos médicos, construcción de pisos en viviendas rurales, represas en arroyos y una extensa gama de acciones similares se sumaron también a ese trabajo realizado en un lapso de horas.
¿A qué viene recordar este pasaje?
Se deriva de la necesidad de atender ese microcosmos de necesidades, algunas urgentes de resolver, que saturan colonias, ejidos y comunidades en todo el país y de las cuales no escapa nuestro Estado.
En el mismo escenario, bienvenidas las grandes obras y los megaproyectos. Son vitales para el desarrollo de una nación, de una Entidad o de un municipio. Son detonantes de progreso indispensables.
Pero no se debe olvidar esto: Al lado de ellas caminan esas urgencias minúsculas para quienes las ven de lejos y mayúsculas para quienes las sufren. Lucen triviales quizás, pero cuando forman legión son una pesada carga para un gobierno de cualquier orden y son un semillero de inconformidades y reclamos que pegan en donde más duele en política: En los votos.
Así que redoblen tambores y vibren trompetas para la segunda línea del acueducto; que repiquen las campanas por las super carreteras y que canten los ángeles por la construcción de hospitales de primer mundo. Si se concretan, los tamaulipecos lo agradeceremos.
Pero también, en esas pequeñas obras que con frecuencia se olvidan y hasta se menosprecian, estará la convicción popular de que todos somos importantes para un gobierno y que un hogar cuenta tanto como un parque eólico. No veo reflejo de esa visión hasta ahora.
Quizás no sea necesario iniciar mil obras en un día, pero ojalá haya espacio para atender a lo largo de un sexenio, las decenas de miles que requieren remedio enesta patria chica. Ojalá también que esto quede claro:
Esas acciones son para miles de familias, las pequeñas grandes obras…
SEGURIDAD, RESPONSABILIDAD DE TODOS
En lo particular, aplaudo el esfuerzo que realiza el ayuntamiento de Victoria en materia de seguridad pública. Le diré por qué.
Desde que se establecieron competencias para enfrentar al crimen y se relegó a los municipios de hacer esa tarea con sus propias fuerzas en la medida de sus posibilidades, la inmensa mayoría de los cabildos se fue por la vía cómoda. Se hicieron tranquilamente a un lado y dejaron todo el peso de los delitos de alto impacto en las instancias federales. Para decirlo en lenguaje coloquial, se tiraron a la hamaca.
Por eso cobra relevancia lo que lleva a cabo el alcalde Eduardo Gattás en ese rubro. Sin dinero y sin policías locales, pero con el ánimo de responder a la sociedad de alguna manera para darles tranquilidad, ya dio los primeros pasos enreuniones con autoridades del gobierno de la República a fin de sentar las bases para aplicar medidas que coadyuven a restablecer y controlar el orden público.
Bien por esa postura. Tal vez habrá quienes afirmen que es perder el tiempo, pero lo que hace Gattás es mucho mejor que sentarse en una poltrona y conformarse con ser testigo de piedra de lo que sufre la comunidad
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