La pobreza de tiempo es uno de los males que afecta a la sociedad. El tiempo libre o para el ocio productivo está perdido. Podemos o no estar conscientes de la pobreza de tiempo, sólo sabemos que el tiempo es algo que no nos alcanza para hacer todo lo que queremos o planeamos hacer durante un día, un mes o un año.

La coordinadora de Humanidades (UNAM), Guadalupe Valencia García, dice que la manera en que organizamos nuestras vidas es de dos maneras: por reloj o por flujo de los acontecimientos. Hay personas que planifican el inicio y fin de actividades, por reloj. El otro tipo de personas permiten que los acontecimientos ocurran según su propio horario. Durante el seminario “Otros tiempos, otras vidas”, organizado por la UNAM, Guadalupe Valencia dijo que los que se organizan por reloj viven un ritmo más apresurado al ubicarse en una cultura temporal monocromática, se concentran en una sola cosa a la vez. Las personas que dejan que los acontecimientos ocurran según su horario, pertenecen a la cultura poli crónica que les permite hacer varias cosas a la vez. Cada tarea progresa de manera paralela.

Valencia dijo que México se podría considerar como país poli crónico pues hacemos varias cosas a la vez, pensando en cómo hacer que rinda el tiempo, de aquí que la impuntualidad mexicana es un aspecto, una cara de la moneda. Es verdad que empezamos actividades con retraso, pero llegamos a terminar una cosa, cuando decidimos que es momento de pasar a otra, o damos por cumplida la actividad. Siempre hay algo que nos indica terminar.

Para organizarnos el tiempo es clave para la sociedad. Las personas viven con la sensación de no tener tiempo suficiente para terminar su trabajo, y los días se pasan más rápidos. La pobreza de tiempo es no contar con espacios en el día para descansar o hacer cosas de ocio, todo provocado por la carga de trabajo, pagado o no. En América Latina más del 30% de la población no tiene tiempo para sí misma.

Una de las consecuencias negativas es la falta mundial de sueño que afecta la salud física y emocional, entre otros problemas de salud.

Las personas que viven en grandes ciudades pasan entre 20 y 25% de su tiempo en traslados en distintos medios de transporte para llegar al trabajo. “El tiempo se ha convertido en un bien escaso. Es un recurso que se gasta, en algunas ocasiones escasea y en otros abunda, se mide y se contabiliza, por supuesto, esto depende de ciertas variables”. Perder el tiempo, es algo que a cualquiera nos sucede y no por gusto, de desperdiciar, son varios factores los que intervienen como el trabajo, los traslados y las presiones económicas.

Lo más grave de la pobreza de tiempo es cuando, por ejemplo, el tiempo se dedica a aprender y sea por un maestro no preparado, sin interés, o por un estudiante sin interés, el aprendizaje no se da. Asimismo, cuando se realiza una labor, en especial de seguridad; la atención de la salud, la seguridad de una obra, de un auto, etc.