En el barrio donde habito, a algunos de los vecinos les gusta festejar en grande los días especiales, sean bautizos, cumpleaños, día de las madres, día del Grito de la Independencia, y por supuesto Navidad y el Fin de Año; curiosamente, este año el barrio se sintió tranquilo el 24 de diciembre, pero el fenómeno no solamente se percibió aquí, sino en muchas partes de la ciudad, y la verdad no se sintió tristeza, mi esposa dice que se respiraba solemnidad, refiriéndose a que tal vez los ciudadanos hemos empezado a tomar consciencia de que es importante festejar el verdadero significado de la Navidad; si así fue, todos salimos ganando, porque la verdad no creo que nadie se haya quedado sin cenar, bueno, sólo aquellos que se nos adelantaron en el camino, que por cierto, su ausencia fue motivo de nostalgia, cómo poder olvidar a nuestros seres queridos, familia o amigos, a todos se les quiso por igual.
En mi caso particular, los años no pasan en balde, ya no resulta lo mismo tener veinte años de más a la fecha, en la que me gustaba celebrar a lo grande, sin el menor miedo a verme afectado por el agravamiento de alguna enfermedad, porque juventud divino tesoro, fuerza, energía y aguante es lo más abundante en tan gloriosa edad.
Mas he de reconocer que con miedo y todo, no me pude contener de tan excelente manjar, de verdad, se pulieron mi yerno, mi esposa y mis hijas al cocinar, que quedé tan satisfecho y boyante al cenar, que no importó que durmiera sentado, total, sólo faltaba un instante para ver al sol salir tan brillante, para pensar en el recalentado.
Estos días que faltan para terminar el 2019, de la disciplina haré mi mejor legado, hay que dejar lugar para despedir el fin de año.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com