Un buen día me visitó un amigo al que no veía desde hace tiempo, era tanto el gusto de vernos, que nos fuimos a comer a un restaurante para seguir platicado del acontecer de nuestra vida, cuando llegamos al tema de la familia, resultó que él no se había casado, mientras que yo le conté que mi matrimonio dio frutos y tenía 3 hijos y la bendición de 7 nietos, por lo que me felicitó, aunque notó que mi cara no denotaba el orgullo y la satisfacción que se esperaba; se puso serio y me preguntó que si había algún problema, le respondí que nada que no fuera lo normal, que suele pasar en las familias. ¿Lo normal? Cómo es eso, discúlpame, como yo no tengo descendencia no sé a qué te refieres. Bueno, a lo que me refiero, es que ojalá yo hubiese tenido la oportunidad de acudir a una escuela para padres, de esa manera hubiese tenido menos errores de los que he cometido. ¿Acaso no te ha ido bien con tus hijos? La verdad no sé qué contestar, pues me queda claro que así como no hay padres perfectos, tampoco hay hijos perfectos, entonces es de esperarse que tampoco haya familias perfectas, solo familias, y en el camino te vas percatando de que quizá hubieras hecho mejor las cosas, para que lo poco o mucho que aportas, para que el desarrollo de tus hijos sea por demás armónico y equilibrado, no sea sólo para que lleven una vida saludable, sino para que puedan tener una visión justa de lo que se contempla como correcto, justo y equitativo, y así tuviesen la oportunidad de hacer buenos juicios sobre aquello que influye para forjar su personalidad; con ello quiero decirte que soy respetuoso de las decisiones que toman mis hijos, pero cuando ellos emiten un juicio sobre aquellas situaciones en las que ven afectados sus intereses dentro de la familia, son demasiado severos. Curiosamente los tres coinciden en que yo soy demasiado egoísta y me dan entender que mi actitud es demasiado rígida, amén de que he aportado muy poco en todos los aspectos para hacerlos sentir un afecto más genuino hacia mí, de tal manera, que me responsabilizan de no haberles ofertado mayor satisfacción que la de ser el compañero sentimental de su madre. Bueno ¿realmente eres tú el sujeto insensible e injusto que describen tus hijos? Tal vez lo sea y no me dé cuenta de ello, pero créeme, que más que preocuparme por el calificativo, me entristece el hecho de no haber sido el padre que ellos hubiesen querido tener. Recuerda lo que dijiste: No hay padres perfectos, ni hijos perfectos. Tienes razón, pero ojalá tuviesen la oportunidad de entenderlo, y así como me invitan a ver sólo lo positivo que tiene nuestra familia y a pasar por alto lo que conciben como negativo, pero que a mi entender, esto último, surge precisamente para darnos cuenta de que podemos luchar juntos para tratar de perfeccionar nuestras relaciones, sin tratar de enjuiciar nuestras acciones, solo velando por nuestra conveniencia.
Sabes una cosa amigo, me da tanto gusto verte, ojalá tengamos la oportunidad de reunirnos más seguido, el platicar contigo me hace sentir tan bien, más que un amigo, sin ser familia, siempre te he considerada como un hermano.

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