Con la llegada de la edad intermedia a mi vida, he ido experimentando los cambios que me exige un transición madura, mi cuerpo físico empieza a dejar de darle la otrora importancia vital a las necesidades materiales, y ahora busca consolidar un estado permeable, para que se le permita al espíritu, expandir su esencia, y con ello, establecer una mayor conexión con el Origen. Poco a poco, he ido evidenciando el desarrollo de otras capacidades, a las cuales yo les llamaría sensorio divinas, porque buscan la armonía universal, que emana de la energía que emite el Creador.

Esa banda de frecuencia en la que me encuentro hoy, le permite a mí ser vibratorio avanzar lentamente en el espacio de la paciencia y de la tolerancia, de la congruencia y de la humildad, me impulsa el amor expresado en complacencia, en total renuncia, para que la entrega sea a plenitud de conciencia.

Hoy, mis más grandes anhelos, no son la construcción de estructuras endebles que suelen conformarse para mantener en forma temporal una relación con mis semejantes, el lazo es más fuerte y sigue los pasos de una doctrina ancestral, de cuya sabiduría se desprende todo conocimiento, para no perderse en el camino, hacia la vida eterna.

Hoy y siempre mi Señor, quiero mostrarte mi gratitud, por todo aquello que me has obsequiado, para hacer de mí, el instrumento para que tu voluntad divina, pueda restablecer la armonía y la paz en el alma de todos aquellos que como yo, transitan por la edad de la transición selecta, para allegarse la serenidad a la que somos llamados, para sumarnos a tu eternidad perfecta.

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