Estos días de intenso calor deprimen el estado de ánimo, tal vez porque estamos más propensos a la deshidratación y de pronto nuestro cerebro puede estar dando muestras de la misma, haciendo que nuestro cuerpo y pensamiento se lentifiquen, más todo tiene una solución, en este caso, el tomar con oportunidad más agua y evitar exponerse por tiempo prolongado al calor.

Paradójicamente la energía de José Manuel, el más pequeño de mis nietos, parece estar duplicada, y cuando llego del trabajo se va detrás de mí, siguiendo mis pasos, hasta que al sentarme termina por pedirme que invente un juego nuevo para acabar de terminar con mi energía de reserva, y claro, como era de esperarse, con gusto se la ofrezco para cumplir con sus deseos, porque sé que estos inolvidables momentos quedarán grabados en su memoria, y así como yo tengo gratos recuerdos de mi convivencia con mis abuelos, él podrá disfrutar de los mismos al evocarlos nuevamente, sobre todo, cuando haga alguna pausa en su vida adulta, para evaluar y clasificar el gasto de su tiempo, la calidad y le dé prioridad a todas aquellas evocaciones que garantizaron el disfrute de su vida.

Pues bien, ayer no fue la excepción para que me dispusiera a jugar con José Manuel y aprovechando la ocasión de que el niño traía en su mano una pequeña perla de plástico de color verdoso y que pretendía llevarse a la boca, temiendo que se la tragara, o aún peor, que fuera a parar a sus pequeños bronquios, le dije que era amigo de un gnomo que le gustaba apropiarse de las cosas valiosas de los niños, instintivamente cerró el puño tratando de ocultar la perla y le pedí me la mostrara.

Él me permitió tenerla en mi mano por unos instantes, pero luego me pidió que se la regresara, como notó mi resistencia para devolverle el objeto, se molestó y gesticuló aparentando llorar, lo distraje por un momento diciéndole que el gnomo andaba por la sala y en un descuido que tuvo, la guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón y cuando mi nieto regresó su atención hacia mi persona inmediatamente me pidió le devolviera la perla, le dije que era demasiado tarde porque el pequeño duende se la había llevado, entonces el niño me pidió rastreáramos las huellas del duende para localizarlo y yo le seguí la corriente, llegamos a un cajón donde yo sabía se encontraba una pelota de mayor tamaño y luego le dije que el duende con su magia había convertido su perla en una pelota, pero el niño no quedó muy convencido y me pidió que invocara al gnomo para que le devolviera su perla, así lo hice, pero en esta ocasión saqué del cajón una pequeña canica de color verdoso y quedó maravillado con ella, pero de nuevo percibí el peligro y le pregunté que si conocía los gnomos y me dijo que no, y lo llevé hasta la computadora y le mostré algunas figuras de estos seres místicos, quedó maravillado nuevamente y me pidió que le comprara uno pues quería que fuera su amigo, lo iba a llevar a dar una vuelta en el auto para distraerlo pero de pronto empezó a bostezar y poco a poco se quedó dormido en mis brazos.

Una hora después llegó su madre y lo despertó para llevarlo a su casa, pero el niño aún se encontraba bajo los influjos de la magia de aquel relato fantástico y se resistió a irse pidiéndole a su madre quedarse más tiempo a mi lado, entonces le dije que era necesario que obedeciera su mamá, porque al gnomo le gustaba tener amigos obedientes con sus padres, accedió a marcharse con la condición que lo llevara hasta el auto y cuando lo acomodamos en el asiento en su silla de seguridad, noté algo en su mirada que me causó una emoción indescriptible, me vi reflejado en sus grandes y hermosos ojos, como el niño que sigue en mí, evidenciando un profundo amor por su abuelo.

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