El pequeño Diego por fin habló, es el más joven de nuestros ocho nietos, él cuenta con 2 años de edad, tiene una mirada brillante, resaltando su indiscutible inteligencia; tiempo atrás se comunicaba sólo con señas y a decir verdad, con el que menos tenía comunicación era conmigo, llegué a pensar que no teníamos una buena conexión emocional, o como se dice coloquialmente no teníamos buenas vibras, pero estaba equivocado, pues un fin de semana cuando disfrutábamos en familia de una comida, el niño se veía fastidiado y dejó de jugar, se dirigió hasta donde me encontraba, me tomó de la mano y me dijo: vámonos abuelo. Al escucharlo hablar con toda claridad me llenó de gozo y cuando quise compartir mi alegría con el resto del grupo, el niño se llevó el dedo índice de su mano derecha a los labios y me dijo: No digas nada abuelo y vámonos, porque necesito hablar contigo, inventa una escusa y salgamos de aquí. Entonces hablé con los padres de Diego y les dije que el niño estaba cansado y tenía sueño, que lo llevaría a nuestra casa para descansar, accediendo a mi petición, no si antes preguntarle a Diego si estaba de acuerdo, el niño asintió con la cabecita. Ya en el auto, coloqué a Diego en la parte posterior, sentándolo en la silla de seguridad apropiada para su edad, el niño no deseaba ir en el asiento posterior e insistía sentarse al frente, negándome rotundamente a sus deseos; malhumorado aceptó, y en seguida me dijo: que no te das cuenta de que quiero hablar contigo. ¡Hablar conmigo! Pero si hace un par de meses ni me tomabas en cuenta para nada, y ahora resulta que el señorito habla hasta con exigencias. Mira, abuelo, la verdad me di cuenta que ya podía comunicarme con el lenguaje de los adultos apenas una semana atrás, pero, si lo hacía con mis padres, estos seguramente dejarían de darme la atención que me agrada, eso de ser el bebé de la familia tiene sus ventajas, hablo contigo, porque te he estado observando y siento que eres el único que en esta etapa de mi desarrollo podría comprenderme. Gracias por el honor que me concedes Diego, pero sería mejor que hablaras con tuis padres, ellos están más cerca de ti y podrían atender todas tus necesidades actuales, a mí, si acaso me ves por unos momentos los fines de semana. Bueno abuelo, tampoco me estes reclamando, tú mejor que nadie sabe que los menores de edad como yo, no se valen por sí mismos, de hecho, casi el 95% de las decisiones sobre mi persona las toman mis padres. Bueno Diego, cambiemos de tema, que deseas hablar conmigo. Verás abuelo, se acerca el día del padre y no se qué le puedo regalar al mío, sugiéreme algo y no me salgas con que le regale una camisa, una gorra, unos tenis. Bueno Diego, ¿en estos momentos qué crees que es lo que más necesita tu papá? Diego se quedó pensando unos segundos y luego dijo: Yo creo que necesita desarrollar la plena conciencia. Oye Diego, no me presumas con esos términos, está bien que sepas hablar, pero de dónde sacas esas ideas y esos términos. Mira abuelo, has oído hablar del término: “Todo viene en el paquete” pues bien mi cerebro esta cargado con la información que necesito para abrirme paso en la vida, pero el Señor de arriba, nos ha programado para ir aplicando nuestro conocimiento de forma progresiva, de acuerdo a la evolución programada. Me sorprende tu sabiduría, y no entiendo para qué me preguntas a mí, que, por cierto, ya me encuentro entre los modelos obsoletos. Si ya sabes que es lo que necesita tu papá, te recomiendo que te acerques amorosamente a él y lo convenzas para que a través de esa plena conciencia entienda que debe de cuidar su salud.
La plática entre Diego y yo, terminó, cuando sus padres llegaron a nuestra casa y nos despertaron, Diego llorando y yo poco confundido pensando si todo fue sólo un sueño, o en realidad la comunicación entre los dos, fue una realidad o sólo una fantasía.
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