Cuando llegas a tener conciencia de lo importante que resulta saber disfrutar la vida, de pronto quisieras recuperar tantos momentos que pasaron ante tus ojos y por las prisas los viste como situaciones ordinarias, cuando en realidad, eran muy importantes en tu crecimiento personal y más en tu evolución espiritual. Yo que me jacto en ocasiones de ser muy observador y de haber tenido la suficiente paciencia para detenerme en el tiempo, sin prisa, para sentir cómo una suave brisa que entra por la ventana de tu recámara acaricia la piel de la cara y te permite seguir acostado para abrir lentamente los ojos y apreciar un hermoso despertar en una mañana maravillosa; o cómo el aroma de una flor que encuentras por el camino puede relajarte tanto y  te permite, al cerrar los ojos,  viajar largas distancias sin tener que moverte del lugar donde en ese momento se realiza sin saber una transferencia emocional de lugar y tiempo; o cómo una fina lluvia, tarda el tiempo indispensable en mojarte, sin tener que resfriarte y además, realiza el milagro de quitarte la sed sin necesidad de beber el agua en un  vaso, o cómo el contacto de tu mano con el musgo que aún conserva su color verdoso, se  aferra a la tierra de lo que fuera un arroyo desecado por la falta de lluvia y los candentes rayos de sol del mediodía.

Cuando llegas a tener conciencia de lo lamentable que ha sido el perder el tiempo en discusiones estériles que le quitan vida a la vida, que le roban tiempo a tu tiempo, y rompen con la armonía que le da el equilibrio al universo que conspira, para que tengas todo para que seas feliz, pero que se ve impotente ante la negatividad de tantos pensamientos engañosos que habitan tu mente que yace perdida en la inconciencia de sentirse la víctima, cuando en realidad es la respuesta a un acto de amor de Dios, para hacerte sentir la bondad de un padre que siempre ha querido para su hijo el paraíso que un día le obsequió para verlo crecer en la fe y merecer con ello la inmortalidad que le espera en la prometida eternidad.

Cuando llegue a ti la plena conciencia, pide perdón por todo aquello que dejaste de hacer, para cumplir el deseo de un Padre amoroso que te espera con gozo para hacerte sentir lo valioso que eres para él.

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