¿Qué si he sonreído alguna vez? me preguntaron en una reunión donde reinaba la solemnidad; no solamente sonreído, me he reído a carcajadas, porque en mi niñez había suficientes motivos para hacerlo, incluso, los buenos momentos por pequeños que fueran, podían borrar de mi ser emocional cualquier experiencia desagradable que hubiese sufrido; y es que a muy temprana edad me di cuenta de que lo que más deseaba en la vida era ser feliz, por ello valoraba sobremanera los detalles por más pequeños de un todo, aunque estos pudiesen contener una carga negativa expresa.

Recuerdo que mi padre se molestaba conmigo porque me reía, incluso, cuando él hacía corajes, me reprendía diciéndome que era un tonto, que todo lo tomaba a juego, y cómo no habría de tomar a juego aquello que, de no verle el lado bueno, pudiese lastimar el alma a un niño, para mí, era esa una magnifica manera de escapar de una realidad, de una forma de vida que no deseaba experimentar.

Siempre procuré relacionarme con las personas que pudieran emanar sentimientos positivos, de ahí que, en automático, aceptaba como amigos a aquellos seres de luz, que igual veían en mí a una persona positiva y con un gran potencial para ser feliz.

¿Qué si aún sonrío? Hoy que me encuentro en una edad donde he tenido la oportunidad de vivir innumerables experiencias que me han retado a mantenerme ecuánime ante la adversidad, a esa pregunta le sonrío, porque la materia puede ser transformada, pero mi espíritu jamás, porque cuando Dios decidió animar mi cuerpo con un soplo de vida, le imprimió sólo energía positiva con el potencial de ser feliz y poder hacer feliz, a quien, como yo, se nutre de la alegría.

“Bienaventurados los que saben reír de sí mismos: siempre tendrán motivos de diversión. Bienaventurados si sabéis admirar una sonrisa y olvidar una mueca: vuestra vida será luminosa. Bienaventurados si sabéis callar y sonreír, aunque les quiten la palabra, cuando os contradigan u os pisoteen: El Evangelio empieza a penetrar en vuestro corazón” (Pequeñas Bienaventuranzas de Joseph Folliet 1903-1972, sacerdote, sociólogo, escritor francés)

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