Un día me dijo el viejo sabio que habita en mí, que el tiempo es como el viento; le pregunté: ¿En qué sentido? y él me dijo: Precisamente, tú lo acabas de confirmar con tu pregunta; ambos, el tiempo y el viento, pueden correr en cualquier sentido. Con el paso del tiempo cambian todos los escenarios en la vida, el clima presenta varias estaciones, el niño se convierte en adulto, el día pasa a convertirse en noche. Con el paso del viento, ocurre lo mismo, un árbol puede perder las hojas con el roce de su fuerza, el agua cristalina de un estanque, puede enturbiarse cuando el viento arrastra el polvo, una superficie limpia y brillante, puede quedar opaca en un instante; una casa mal construida puede derrumbarse. Con el paso del tiempo, una mentira puede caer ante el peso de la verdad que yacía cautiva; una palabra ofensiva, puede convertirse en odio por la ira reprimida; el perdón puede renovar las oportunidades de felicidad perdida. Con el paso de viento, puede quedar oculto o al descubierto, todo cuanto se asienta en la tierra, ahora sometida; se puede secar la humedad que deja la lluvia consentida; se pueden alejar las nubes del firmamento, antes de encontrar la figura concebida; se pueden arrastrar calamidades de una distancia a otra, para hacerlas extensivas. Por eso y muchas cosas más, el tiempo es como el viento. ¿Por qué me lo dices a mí, querido amigo?, le dije.  Precisamente por eso, por todo lo que estás pasando y no logras advertir, ayer te dijeron viejo, y de pronto, hiciste que soplara un suave viento que alejó tan lentamente las palabras de ti, y en otro tiempo, quizá hubieras evocado un fuerte viento para que no quedara rastro de lo que estaba por venir; ayer no te sentiste ofendido, porque ahora sabes, que, para alcanzar la sabiduría, tanto el tiempo como el viento, siempre estarán junto a ti. Y ¿qué son el tiempo y el viento?  le pregunté.  ¿Son el ser que ilumina todo dentro de ti, el que hace que tus años se muevan al compás de tus tristezas y tus alegrías, el que te confiere la confianza para seguir, y da a tu vida la esperanza para hacer de cada día, una valiosa experiencia, para que sigas escribiendo páginas del libro de la sabiduría?  ¿Acaso eres tú? pregunté.  Yo soy el tiempo y la eternidad, soy viento que avanza sin tener barreras, el que refresca, el que trae la paz y le que te da la calma cuando te agitas y temes por la ignorancia, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn. 14:6)

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