Sentirse nuevo, sentirse bien, y que en cada paso que des, encuentres en el misterio de la vida, la alegría que parecía ocultarse a tu mirada, porque no la vez por estar abrumado, por la pesada carga que piensas es causada por los años.
Sentirse nuevo y caminar con paso firme, sin arrastrar los pies, porque si lo estás haciendo o lo has hecho, es porque así tú lo decidiste, al sentirse viejo cuando no se es.
La verdad, el pensamiento te ha pagado mal, te hizo creer que para estar acorde con los pesares cotidianos, deberías endurecer la mirada y el cuerpo también; deberías, por supuesto, dejar de reír a carcajadas y si acaso lo hacías, procurabas que nadie lo notara; porque la verdad, te lo creíste, pensaste que la máscara que más te quedaba era la de estar triste.
No te pregunto tu edad, porque los hombres y las mujeres, aunque de manera distinta la suelen ocultar; a mí me basta ver una mirada para saber que me mentiste; a mí me basta recorrer el camino, aquel donde decidiste ocultarte para cambiar de piel, para transformarte en un perfecto desconocido.
Sentirse bien no tiene nada que ver con saberse joven, pues has de saber que muchos envejecen tan prematuramente, por ir a trote cuando deberían ir caminando.
Sentirse bien, mi querido amigo, es estar bien contigo mismo, porque si algo pesa en la vida, es el continuo reproche por tratar de ser lo que no se es.
Ahora, déjate llevar por el viento que no tiene quien le estorbe, ahora, siente la libertad tan anhelada al quitarte las cadenas que tú mismo te aplicaste, pensando que deberías pagar una condena por no haber sido el padre, el hijo, el hermano, el esposo o el amigo perfecto, que los otros querían que fueras.
Sentirse nuevo, es un viaje que has dejado pendiente en tu vida, inícialo hoy, sin remordimiento alguno, sé feliz como ninguno y no pares hasta saciarte con la dicha que siempre fue tuya y lo olvidaste.
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