Si amas de verdad, nunca dejes cabos sueltos. Era esa la conclusión a la que llegaba después de vencerla auto resistencia que me imponía al pensar, que todas las sentencias que provenían de los adultoseran ciertas y las tenía que aceptar por respeto a mis mayores, aunque no estuviera de acuerdo. ¿Por qué le tenemos tanto miedo a la verdad? Es posible que se requiera de un tacto más fino para decirle a los niños aquello a lo que pueden acceder y a lo que no,y explicarles con mayor claridad  la razón de ello;en lo particular las veces que me dijeron: Hazte a un lado, no puedes; esto no es para ti; te falta carácter, te falta malicia; no tienes edad; usted no opine, no pregunte, no es de tu incumbencia, todo ello significó para mí, en tan temprana edad, una manera de descalificar mi potencial para quedar satisfecho, lo lograra o no, y para tener una mayor confianza en mismo y en los adultos, aceptando que todo las propuestas provenientes de ellos tenían suficiente sustento en la verdad como para aceptarlas sin mayor reniego.

Ayer, por primera vez, le escuché decir a mi hijoCristian que se requería de tener una mayor madurez intelectual, como para aceptar como verdad, aquello que proviniera de un consejo paterno, el dialogaba con mi nieto Emiliano que hoy tiene 16 años, y quien justifica la vehemencia con que defiende su verdad, argumentando que los adultos cursamos por un estado de obsolescencia de nuestro conocimiento existencial.

Me sentí muy  afortunado  al escuchar a Cristian hablar sobre el hecho de la necesidad de poder tener la madurez suficiente para aceptar el rol que actualmente está desempeñando como esposo y como padre, y más gusto me dio que Emiliano, quien siempre ha sido una persona noble y bondadosa, escuchaba con atención los consejos de su tío, quién además, consideraba en ello mihumilde participación en el fomento de los valores positivos que toda persona de bien, debe tener para ser un buen esposo y un buen padre.

Si amas de verdad, nunca dejes cabos sueltos; esta referencia conlleva la enorme responsabilidad de poder tener la capacidad de entender a todos aquellas personas que defienden su razón de ser en las diferentes etapas de su vida, hay que escucharlas con atención, hay que tener paciencia y se requiere también de ser tolerantes, pues durante la lucha, al defender su verdad, llegan a herir a sus seres amados, a quienes en muchas ocasiones consideran sus enemigos y todo por no saber comunicarnos de manera asertiva.

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