La banca donde me sentaré me está esperando y de nuevo sentiré que todo sigue igual, aunque todo haya cambiado, y mis ojos se alegrarán al ver aquella eterna fotografía, donde a pesar del tiempo, permanece intacta en mi mente y es motivo del retorno de mis más agradables pensamientos.
La banca me recibirá con el agrado de siempre, e igualmente recibirá a los que me han acompañado en el viaje, y tratará de darles acomodo, ya no a los pequeños niños de ayer, sino a los adultos del presente y a los adolescentes inquietos, que ayer veían perplejos, cómo el espacio que siempre ocupamos en la fotografía nos estará esperando.
La banca de mis recuerdos, le ha pedido al tiempo que vuelva y que traiga conmigo la magia de mis anhelos felices de niño, para encontrarme de nuevo con los momentos amados, con las personas amadas, con los árboles viejos y los árboles nuevos, con la fuente de agua estancada, donde mojaba mis manos y salpicaba a mi primo.
La banca de mis desvelos, de los sueños, de la magia que mueve al adolescente impaciente, que deja atrás al niño, para olvidarse de juegos y empezar a sentir la emoción de mirar a los ojos la belleza escondida, de una cara sonriente que busca salida para encontrase conmigo.
La banca de mis inolvidables encuentros con la amada familia, con los que ya se han ido, con los espíritus vivos que igual me esperan para contar sus anécdotas, para decirme que están vivos porque son energía.
La banca de mi amada, la de mis hijos y nietos, nos está esperando de nuevo para celebrar mi llegada, para abrazar los recuerdos, para hacernos sentir que sin ser nada nuestro, mi ascendencia, mi descendencia y el espíritu de Dios que siempre me guía, me regresa a su huerto, a la tierra querida.
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