Aquella tarde me encontraba en soledad, sentado frente a mi pequeño jardín, esperando con paciencia ver caer la tarde, los miembro de mi familia, como de costumbre, atendían asuntos personales, por eso se encontraban ausentes los que abandonaron primero el nido, y los nietos, que llegaron después, se alejan cada vez más; y en aquel silencio, por extraño que parezca, si pone uno la atención debida, se pueden escuchar cosas inimaginables, todo es cuestión de cerrar los ojos y dejarse llevar un poco por la nostalgia, y fue así como recordé, cómo mi abuela materna de nombre Isabel Saldívar, hablaba con sus plantas; apenas tenía yo cinco años de edad y la curiosidad me llevó a preguntarle por qué hablaba con ellas, si no la escuchaban; ella me tomó de la mano y me llevó a sentar en el primer escalón del portal, mismo que se encontraba saliendo de la habitación de Chonita, y se comunicaba a través de una puerta de madera de dos hojas, que durante la noche se mantenía cerrada, pero, al llegar el alba se abrían para ventilar la habitación, y así permanecía hasta despuntar el día; pues bien, en aquella  mágica ocasión, mi abuela, sentada junto a mí, me habló con una dulzura poco acostumbrada por ella y me dijo: Las plantas son seres vivos y fueron creadas por Dios antes de crear al ser humano, cuando yo fui niña y veía también a mi abuela platicar con las plantas, lo primero que pensé fue que ella empezaba a perder el juicio; como me vio que la miraba con cierta sorpresa, aclaró, que perder el juicio significaba algo así como agarrar la hebra, o deschavetarse; entonces le dije: quieres decir que se estaba volviendo loca; ella sonrió y me dijo: ya decía yo que no estabas tan suato, y continuó la charla; las plantas entienden, tienen su lenguaje propio, si les hablas suavecito y las acaricias con delicadeza, ellas siempre te responderán de alguna manera hermosa, por ejemplo, dando más flores , o dando flores más grandes o dándole un color más verde a su follaje, quiero que sepas, que hay una edad para que  se desarrolle esa bendición que Dios nos regaló. ¿Y cuándo sucede eso abuela?  Cuando empiezas a notar que nadie te escucha, cuando pareciera que los que te aman pierden el sentido del oído, cuando de pronto te ves solo en una casa que antes te parecía chica y ahora se ve enorme, cuando tu voz se pierde entre las gruesas paredes de sillar y los techos parecieran haber crecido, porque son más altos, y cuando tu estatura se empieza acortar y tus pies se cansan con más facilidad, cuando empiezas a buscar un lugar donde sientes que encontrarás de nuevo un motivo para mantener una sonrisa en tus labios, cuando todas las palabras de amor y las muestras de cariño se quedan en un estado de espera, y desesperadas te presionan el pecho buscando salir ¿entiendes lo que te estoy diciendo? Entonces me abracé fuertemente de mi abuela y le dije: Siempre me tendrás a mí, yo te escucharé hasta el fin de los días.

Aquella tarde me encontraba en soledad, hablándole a mis plantas en mi pequeño jardín y nostálgico como estaba, miré al cielo buscando a mi abuela Isabel, al verla, ella me sonrió y yo la felicité con motivo de su cumpleaños, entonces empezaron a caer unas frescas gotas de lluvia mojando mi cara.

En memoria de mi Abuela Isabel Saldívar, en su florido cumpleaños.

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