Un buen dÃa, mi nieto mayor preocupado por lo incierto del porvenir, al no sentir el piso parejo para abrirse camino en la vida, me pidió un consejo y le dije, no te preocupes tanto, ni por el pasado, ni por el futuro, vive el presente y disfruta lo mejor que puedas, sin olvidar que debes de seguir respetando todo aquello que nos da paz y armonÃa, he aquà un pequeño relato de lo que yo pedirÃa, sin estar de por medio un contrato: Y si nos rodeamos de sonrisas, nos abrazamos con la mirada y nos decimos aquello que nos hacÃa sentir vivos, pero que un dÃa sin aviso, decidimos callarlo, esperando un mejor momento, esperando la buena cara, la de la supuesta confianza, la que le escondimos al espejo, donde se pierde la mirada en la profundidad de no haber dicho nada, pensando que el tiempo es sólo una palabra y no el destino que marca nuestra llegada y nuestra salida del escenario magnÃfico que nos ofrece el teatro dela vida; por eso, hagámoslo asÃ, como en los años felices en los que vivimos nuestros mejores momentos, hagámoslo sin tener remordimientos, sin pensar que aquello que nos hace sentir bien, resulta para algunos ser un acto egoÃsta, tan sólo por el hecho de que existen seres que se sienten infelices porque piensas que todo lo bueno que nos pasa, tiene que ver con la economÃa, con el hecho de estar tres peldaños arriba de los demás, para verlos desde una altura y que por marcar la diferencia los hace ver más pequeños a ellos; y pensar que en aquella soberbia insana  se olvidan, que un dÃa cualquiera, un mañana aún con sueño o una noche tan larga, les devuelve la memoria al olvido voluntario, para verse tal y como son.
Ah, ¡cuánto tiempo perdido! y pensar que, sin desearlo, uno se ve sorprendido por aquel torbellino de los deseos tan humanos, de los que ambicionan tanto, después de ver el quebranto de los que piden a gritos que al menos no los arrastren en su aventura que no tiene ni justificación ni motivo.
Mejor vamos a querernos tanto y olvidemos el llanto de sentirnos desvalidos, la vida, la vida es el mejor regalo y sólo nos pide vivirla en la justa medida, todo a su tiempo, a plena conciencia para tener la paciencia de aprovechar nuestro tiempo.
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