Me preguntaba mi nieto mayor cómo saber lo que es el amor, porque él tenía entendido, que no era lo mismo estar enamorado que amar; antes de darle mi opinión, le dije, que lo que le comentaría era estrictamente personal y podría no ajustarse al concepto definido por los eruditos en el arte de amar; él me respondió, que estaba totalmente de acuerdo, que sólo tomaría para sí, aquello que considerara positivo, para ampliar su conocimiento sobre el tema. Aclarado lo anterior inicié diciéndole: El amor no tiene en sí mismo una definición, porque no se puede clasificar como un término específico o un concepto abstracto; yo no tuve la fortuna de que alguien se tomara tiempo para decirme lo que era el amor, por eso, lo confundí con el querer, o sea, lo ligaba a otros aspectos de la vida como el deseo, la necesidad, incluso el placer; pero un buen día, me cuestioné sobre lo que yo pensaba que era el amor, porque si lo tomaba como un querer, sabía que se puede tener algo si se tiene alguna forma material para adquirirlo, y si aparte, se pone empeño en obtenerlo, esto que podría ser un juguete, ropa, o una mascota; pero, incluso, el ser vivo, tiene un principio y un fin, de ahí que, todo lo que se desea tener, sólo por querer, se desvanecería con el tiempo; de ahí que mi inquietud sobre el amor caminó conmigo, hasta que un buen día, sin haber encontrado una respuesta entre mis iguales, de mi interior llegó la respuesta: El amor es una fuente de energía, que le da a tu vida un propósito y mantiene siempre joven al ente espiritual que en tu cuerpo habita, y siendo éste parte de un todo, es atraído por la energía que habita en otro cuerpo, para fortalecerse mutuamente y así, poder tener el impulso suficiente para llegar al punto de la existencia, que es la puerta de entrada a la eternidad. El amor es sólo uno, es para todos y no hace diferencias, no se puede amar mucho o poco, es infinito y procede de una sola fuente de poder universal creadora de todo cuanto existe. Mi nieto me miró incrédulo, y joven como es también su pensamiento, dijo: parece ser que necesitaré de mucho tiempo y esfuerzo para encontrar el amor. Entonces le respondí: Para el que ama, no existe el tiempo, ni el esfuerzo, es cuestión de dejarse iluminar por la luz de la sabiduría, para que ésta limpie nuestra mente y corazón de toda influencia negativa que hemos atraído hacia nosotros, pensando que entre nosotros se encuentra la verdad, pero sólo hay una verdad, un camino y una vida, si crees en esto, la luz irá a tu encuentro, te sacará de la oscuridad y te mostrará el camino.

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