Desde antes de la pandemia la cobertura de vacunación contra el sarampión y otras enfermedades transmisibles prevenibles por vacunación cayó de manera constante y significativa. En 2021, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 40 millones de niños no recibieron una dosis de vacuna contra sarampión (25 millones no recibieron la primera y 15 millones no recibieron la segunda) En 2021 hubo 9 millones de casos y 128 mil muertes por sarampión en el mundo, un virus muy contagioso que necesita de cobertura del 95% o más con dos dosis de la vacuna para crear inmunidad colectiva y mantener la eliminación del sarampión.

El mundo está muy por debajo de la meta con 81% de niños que reciben la primera dosis de la vacuna y 71% que reciben la segunda. Son tasas de cobertura mundial más bajas desde 2008. Es momento de hacer el trabajo pendiente en México pues el gobierno tiene en el olvido la medicina preventiva, curativa y predictiva; y asegurar que se tenga acceso a las vacunas que necesitan y en general a atención médica oportuna, de buen trato y que resuelva. Su valor no se mide por dosis administradas, se mide por vidas salvadas (la cuenta de fallecidos por covid- 19, muertes violentas y desaparecidos, es propia de país en guerra), y por las personas que nunca tendrán una enfermedad o graves consecuencias.

Para 2050, el número de personas mayores de 65 años se duplicará, será 1,600 millones, 17% de la población mundial, cambio demográfico profundo de la historia. Nos alegra tener vida longeva, aunque no representa vida saludable. Un mundo que envejece acarrea desafíos como mayor nivel de atención médica por el aumento de la esperanza de vida y las enfermedades neurodegenerativas. Se espera que más de 150 millones de personas sufran demencia para 2050; los cuidadores informales y formales, y los sistemas de salud, enfrentarán más presión; y el costo de atención médica mundial pasará de 8.6% a 9.4% del Producto Interno Bruto para 2050.

El McKinsey Health Institute señala 6 cambios que contribuyen a que gobiernos, organizaciones sin fines de lucro, empresas de todo sector,  actores del sistema de salud y partes interesadas, impulsen mejoras para un envejecimiento saludable (ES): Invertir para hacer conciencia social en el ES; Mejorar mediciones y obtener mejores datos que permitan acciones de impacto con oportunidad; Innovar en el sistema de Envejecimiento Responsable Saludable y poner al alcance de todos estos beneficios; Empoderar y motivar a los adultos mayores a vivir su potencial, aprovechar su energía, sabiduría, experiencia de la mejor manera en su entorno; integrarlos, no aislarlos.

Aunque el cambio demográfico se ve negativo, la sociedad debe enfocarse en la capacidad de las personas, no en su edad, reconocer el potencial de muchas para contribuir como voluntarios, líderes comunitarios, asesores, miembros activos de la familia e innovadores.  El envejecimiento de la población sucederá. Estamos a tiempo de aceptar el reto que representa y de aprovechar el potencial.