Diálogos ente el Yo y Yo Soy.
Si voy a cambiar, que sea ahora, le dije con un tono de amargura. Y por qué cambiar ahora, dijo Él. Porque lo he intentado tantas veces, en otra edad, en otro tiempo, en otra vida; y en cada ocasión pareciera que lo voy a lograr, pero resulta que todo esfuerzo ha sido inútil, porque cambiar, significa no ser yo, es evitar que mi naturaleza responda como cualquier mortal; y no es por falta de ganas, mi voluntad esta presta, más bien, es por exceso de conciencia, porque entre más analítico y más espiritual se es, más inconvenientes encuentro, porque mi debilidad reside, en evitar ser el motivo que pueda desajustar emocionalmente a las personas que amo y con ello, allegarles un mal que les amargue la existencia; esto pasa, cuando ellas me exigen que me adapte a su muy particular forma de ser, con respeto a su naturaleza; por eso, hoy estoy ante ti, porque necesito saber si mi perenne resistencia a ser como otros quieren que sea, es el camino para vivir en paz y en armonía, sin importar que mi ser viva en constante agonía, al perder mi verdadera naturaleza. Vamos, dijo Él, levanta ya la cabeza y mírame a los ojos, por qué ha de darte vergüenza tu naturaleza, yo que te conozco desde siempre, te la he obsequiado, y te puedo asegurar, que lo que más deseo, es que no cambies por cambiar, si lo has de hacer, que sea porque realmente estás en armonía y vibras en la misma frecuencia con el universo. Entonces… ¿mi forma de ser no te ofende? Por qué habría de ofenderme, si eres como eres es porque yo te di esa naturaleza, que según tu propio albedrío, es la que riñe con la naturaleza de tus seres amados. ¿Acaso ellos a una edad, en otro tiempo, en otra vida, no se han preguntado lo mismo? y cuando buscan una respuesta, acuden a mí, tratando de encontrarse en sí mismos, porque su espíritu, que es mío, no quiere ofender a la fuente viva de toda la creación.
Cuando a la naturaleza se le olvida que es amor, el espíritu se lo recuerda, y los intentos por cambiar, son una expresión del verdadero amor, del mismo amor que nos conduce al arrepentimiento, y con ello a la búsqueda del perdón, esto, para seguir buscando la perfección que mantiene la comunión entre el Yo y el Yo Soy.
“Nada, pues, hay aquí secreto que no se deba manifestar, ni cosa alguna para estar encubierta, sino para publicarse. Quien tiene buenos oídos, entiéndalo” (Mc 4:22-23).
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