Recordaba, con un amigo, algunas de las anécdotas más significativas en mi vida, él escuchaba con atención, y señalaba que en ellas encontraba siempre una enseñanza viva, algo que no perdía vigencia, y que por ser eventos de frecuente ocurrencia en el acontecer de todo ser humano, mas que invitar a formular una crítica ácida y poco edificante, invitaban a la reflexión y a tomar de ellas, aquello que pudiera contribuir a mejorar nuestra calidad de vida.
Hablar de las experiencias de vida, nos conducen a pensar que los seres humanos hemos sido preparados para recorrer diversos caminos, cada uno de los cuales, con una función muy específica de aprendizaje, y en donde las personas no intervenimos, al menos conscientemente, en su diseño, por lo que antes de iniciar el recorrido, siempre nos preguntaremos a dónde nos conducirán.
Nadie que no seas tú, podrá encontrar la respuesta al por qué de lo que le espera en ese recorrido lleno de incertidumbre y de sorpresas; y al término del mismo, de salir mal o bien librados, sentirás que tienes el derecho a que nadie aquí en la tierra, podría tener la suficiente calidad moral para juzgarte.
Pareciera que todo forma parte de un plan divino para ayudarnos a madurar durante nuestro crecimiento espiritual, de ahí que exista sólo un juez calificado y sin mancha, para hacernos ver cuáles han sido nuestros errores, un Padre con poder absoluto sobre todo cuanto existe, pero sobretodo con un gran amor por sus hijos, que en su infinita misericordia nos levanta de nuestras frecuentes caídas y nos ayuda a cargar nuestra cruz, para que lleguemos al final de nuestros días con la certeza de que en un momento dado logramos adentrarnos al perfil de los bienaventurados.
Que la tristeza que embarga a todo corazón afligido, arrepentido de corazón de sus faltas, encuentre en el amor del Cristo resucitado, la verdad que encierran todos aquellos misterios que encontramos por los caminos que nos conducen a la vida eterna.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com