En aquella ocasión, era tanto mi cansancio, que después de un buen regaderazo y ponerme una fresca piyama, me dejé caer como si flotara sobre una de esas famosas y caras almohadas que aseguran los infomerciales que te hacen tener sueños fabulosos, mas, el contacto con dicha pieza mullida para apoyar la cabeza no llenó mis expectativas, pues después de acomodarme en distintas posiciones, mi región cervical seguía molesta, al ver esto, riéndose mi esposa dijo: una más para tu colección, y agregó: deberías de regalar las anteriores, pues si algo sobra en esta casa son almohadas.

Sin duda, el problema no son las almohadas, sino mi cuello,  la región se duele desde un domingo que salí muy temprano a comprar barbacoa y resultó que al estar esperando relajadamente la luz verde del semáforo, de pronto sentí un movimiento brusco e inesperado del auto, motivado por otro vehículo que golpeó la parte de la defensa trasera y me proyectó sobre el volante de mi  auto compacto, como pude me bajé del mismo  para valorar objetivamente los daños y efectivamente, el impacto dejó inservibles la defensa y la portezuela que protege el motor; la persona que me impactó aún no se bajaba de su auto, me acerqué a él, venía con lentes oscuros y su figura delgada estaba inmóvil, preocupado, le pregunté si se encontraba bien, y unos segundos después me dijo: si me encontrara bien, hubiera visto su auto; le sugerí bajar  para comprobar su estado de salud y con mucha dificultad se bajó y comprobé que más que estar aturdido por el golpe, era debido a su estado de ebriedad, me dijo que venía de un festejo y no había dormido nada por lo que  de pronto, al ir conduciendo se había desconectado y se durmió, me dio las gracias por estar haciendo alto, porque sólo así pudo darse cuenta de lo ocurrido. Su actitud indolente me causó cierta molestia, pero comprendí que todavía estaba bajo los efectos del alcohol; cuando por fin parecía tener un poco de conciencia de lo ocurrido, se quitó los lentes y se me quedo viendo, entonces abriendo los brazos se abalanzó sobre mi persona diciendo: Pero si eres tú Salomón, estimado amigo y compañero de la preparatoria, cuánto tempo sin vernos. No te preocupes, le dije, debido a lo que ocurrió, nos seguiremos viendo. Lo dices por el daño que le ocasioné a tu auto, no te preocupes, vamos inmediatamente con un amigo mecánico para que te arregle los desperfectos, pero dime a ti no te pasó nada. Tocándome el cuello le dije: Solamente me duele el cuello y la pierna izquierda. No te preocupes amigo, dijo, no es para menos, mira que estar parado ahí a una hora en la que deberías estar todavía en cama, pues es domingo, día para descansar. Al escuchar su ironía, moví la cabeza de un lado para otro y mi ex compañero de prepa dijo: Te lo dije, el cuello está bien, ahora da unos pasos y verás que puedes apoyar la pierna, todo está bien amigo, no hagamos de esto un mal rato y vayamos a festejar nuestro encuentro. Desde entonces, me volví coleccionista de almohadas y no puedo negar nada con la cabeza.

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