Mi mente no deja de trabajar, apenas amanece, y una serie de ideas revolotean como mariposa en el hemisferio derecho de mi cerebro, surgen las ideas como semillas que germinan en un campo fértil, todas relacionadas con mi labor escriturística, mas después de desayunar, hago una pausa, tratando recordar lo que me agradó más; ya de camino, en el auto, surgen nuevas ideas, y empiezo a remplazar las anteriores. Hace unos días, al pasar por la entrada a mi centro de trabajo, en unas bancas, sentados a ambos lados, se encontraban varios pacientes esperando pasar al filtro y de ahí a la consulta, me llamó sobremanera una voz que decía: Ahí va el médico, y una voz aún más dulce dijo: qué bueno. Ya en el consultorio, reconocí, en el puesto de toma de signos vitales, la voz de aquella mujer, y me acerqué a saludarla, ella me saludó efusivamente, y después entró a consultar; antes de iniciar la relación médico paciente, ella comentó: No tiene idea el gusto que me da el estar aquí. Le contesté el saludo y le mostré el mismo agrado de su presencia; ella está en control de Diabetes Mellitus 2; cuando la ingresé para su control hace un par de años, me percaté que estaba perdiendo la vista; ella es una mujer joven, llena de vida, desde la primer consulta admiré su determinación y su valentía, así como su magnífico buen humor, después la dejé de consultar debido a la pandemia y las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias para proteger a los adultos mayores con comorbilidades; pero en ese momento seguía siendo la misma, venía de un humor excelente. Cuando le pregunté sobre el estado que guardaban otros sistemas y aparatos de su organismos me interrumpió y me dijo: Estoy bien, lo estoy, después de la segunda plática que nos dio al Grupo de Ayuda Mutua, porque admiró algo que nunca había escuchado en otras instancias de salud a las que he acudido, recuerdo que habló de la necesidad y la importancia de mantener el equilibrio de los tres ejes que soportan la armonía y la paz del ser, para poder recuperar la salud, para establecer una conciliación entre el cuerpo, la mente y el espíritu, y aceptar el hecho de que somos más que un sólo componente de nuestra estructura física, y eso me hizo despertar a una realidad, mi realidad. El escuchar aquel testimonio, me llevó a pensar en lo importante que resulta el estar dispuesto a escuchar y cómo la ausencia del sentido de la vista, no limita a las personas que padecen la discapacidad visual, a que puedan seguir viendo, aún con mayor claridad, de ahí que comprobé la veracidad de la siguiente cita bíblica: “Mas Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra o disposición que sale de la boca de Dios” (Mt 4: 4).
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Las mil y una anécdotas
El escuchar aquel testimonio, me llevó a pensar en lo importante que resulta el estar dispuesto a escuchar y cómo la ausencia del sentido de la vista