Oscar Luebbert es uno de los personajes priístas más congruentes que he conocido en el Estado, en lo que concierne a su filiación partidista. Y acaba de dar una nueva muestra de ese perfil.
Ayer puso sobre la mesa dos opiniones –que para muchos son líneas a seguir– que en la percepción de un servidor arropan, voluntaria o involuntariamente, de manera clara la postura del dirigente del PRI en Tamaulipas, Edgar Melhem sobre la manoseada, polémica, rechazada y aplaudida a a la vez, coalición de estas siglas con Acción Nacional y el PRD.
Expongo la primera opinión si me permite.
Las palabras de Luebbert vertidas sobre ese tema encuentran un curioso y relevante paralelismo con lo que ha dicho el líder estatal tricolor sobre la contradicción de aliarse con el partido que en la Entidad ha sido en los años más cercanos su adversario y persecutor más tenaz.
Como dicen en la escuela, explicó con peras y manzanas los argumentos que en términos de moral política y consecuencias en la militancia aún fiel, minan ese posible acuerdo y que por apego a sus principios en lo personal lo llevarían, advirtió, a abandonar las filas priístas.
La segunda opinión tiene mucha más miga que una simple postura.
Me refiero a la mención de Rodolfo González Valderrama como virtual puntero en la búsqueda de la candidatura de MORENA por la gubernatura.
No fue una cortesía política, fue una adhesión sin maquillajes ni falsos rubores: “No tengo interés en afiliarme a otro partido, seuiré siendo priísta, pero si me invitan y no soy rechazado participaría por un motivo particular”. La lectura no requiere interpretaciones; el motivo particular tiene siglas no de un partido, sino de un nombre con sus apellidos: Rodolfo González Valderrama.
¿Quién puede seguir en los terrenos tricolores para sumarse a ese paulatino decantamento hacia el aludido?
Depende.
Le diré por qué en mi calenturienta imaginación me permito establecer una condición para esa posible migración.
Porque hasta ahora González Valderrama es el único del grupo de posibles que ha arrancado precoces muestras de adhesión entre priístas. Puedo no haberlo notado, pero no he escuchado a ninguno de las figuras tricolores estatales mostrar abiertamente su simpatía y hasta ofrecer su posible apoyo para otros relevantes personajes de la 4T como Américo Villarreal, José Ramón Gómez Leal, Héctor Garza o Felipe Garza. Mucho menos para Maki Ortiz.
¿Significa entonces que si el candidato de MORENA no es Rodolfo, no se daría el cruce de límites de priístas a ese partido?
Admito mi ignorancia: No lo sé. Pueden estar esas figuras jugando sus cartas bajo la mesa y dar una sorpresa. Es posible.
Pero como decía el ex presidente estadounidense Ronald Reagan sobre la posibilidad de morir si se trabaja mucho:
¿Para qué correr el riesgo?…
POCOS LE APUESTAN, PERO…
En el mismo tema de MORENA, un viejo político encanecido en las trincheras electorales y de la administración pública, con largos años de sabiduría acumulada, me confió días atrás lo que para él es una realidad incuestionable. Sorpréndase:
“Si fuera el Presidente el que decidiera quién sería el candidato, no tengas duda, sería Héctor Garza”, me dijo.
“El Presidente no ha mostrado interés en dar su apoyo a algún aspirante específico en Tamaulipas; ha dejado jugar a los demás y no parece que intervendrá según se aprecia, pero no hay duda alguna de que aunque muchos no lo hayan percibido, el amigo de Andrés Manuel es Héctor”, me señaló.
La interrogante salta en forma natural:
¿Decidirá el Presidente a última hora?
La posibilidad está latente, pero en la muy modesta opinión de quien escribe, esa opción se reforzaría si MORENA no es capaz en Tamaulipas de construir el mejor camino para alcanzar su objetivo: Un candidato de unidad.
Y prefiera hacerse pedazos en una encuesta…

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