Cómo se quiere a los nietos, de eso no me cabe la menor duda, se quieren tanto, que en ocasiones podemos omitir acciones necesarias, que de ponerse en práctica, podrían inducir una apertura a la posibilidad de que se den la oportunidad de ver las cosas con los ojos de quienes han tenido ya la experiencia suficiente, como para mostrar el tránsito por el camino correcto y así evitar dolorosas caídas durante su caminar por la vida. Pero, ¿estarán nuestros nietos dispuestos a escuchar nuestras historias de vida? y si logramos que las escuchen, ¿Podrán tomarlas en serio? Algunas veces lo he intentado, pero mis nietos adolescentes aseguran que el mejor aprendizaje es aquel que se vive en carne propia, tal vez en algo tengan razón, pero, sin duda, no siempre salen victoriosos al enfrentar algunos de los retos, por ejemplo, Andrea, tomaba como modelos a sus dos hermanos mayores, los cuales estaban enterados de que deberían velar por ella por su corta edad, pero las recomendaciones no fueron suficientes y un aciago día la niña sufrió un accidente que pudo haberse evitado.
Comentaba en un artículo anterior que mi nieto mayor insistía mucho en pasar una temporada a nuestro lado, ya que tenía un año de no estar cerca de nosotros; decía también que yo me resistía un poco a cumplir su deseo, porque Sebastián, en un año, había cambiado mucho, y tal vez las cosas que encontraría a nuestro lado podrían no llenar del todo sus expectativas. María Elena insistía que era una maravillosa oportunidad para tratar de aportar algo bueno para mejorar su percepción sobre lo que estaba ocurriendo con motivo de la pandemia de Covid-19, quería que nos sintiera cerca de él a pesar del distanciamiento y consideraba saludable, tocar otros temas de su desarrollo físico, mental y espiritual.
El primer día de Sebastián en nuestro hogar, sorprendió a su abuela con una serie de actividades, que evidenció su gran capacidad para organizar sus cosas, después manifestó su deseo de planificar las acciones y aportó estrategias claras, y una vez teniendo el control de todo ya no requería mucho de nuestra participación, él se mantenía ocupado en sus cosas, pero necesitábamos mayor interacción con nosotros, se lo propusimos y estuvo de acuerdo, pero al parecer fuimos un poco lentos para alcanzar sus metas, por lo que regresó a dar prioridad a su individualismo.
Hoy fue el primer día en que hubo una buena apertura en una mesa de discusión que versó sobre las virtudes, entre ellas, la humildad, la honestidad y la solidaridad, cuidamos mucho el respeto a sus opiniones, después dialogamos sobre el amor, la igualdad de género, y él tocó el tema de la misericordia, dando su propia definición de la misma. Por último, le solicité su autorización para hablar sobre lo que aquí se narra y aceptó de buena forma.
Todo este ejercicio que ha implicado el uso de conceptos vertidos en temas como, la autoestima, la espiritualidad, los derechos humanos, la inteligencia emocional y la inteligencia social, mismos que aportaron nuevas ideas, que espero hayan motivado un poco la capacidad analítica de mi amado nieto, pero sobre todo, la valiosa oportunidad de revalorar el significado y el poder del amor para encontrar la verdad que tanto ha buscado.
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