Y cuando llegué al capÃtulo más cordial y cálido del libro de mi vida, en el cuál sabÃa, que habÃa escrito lo mejor de ella, como un recuerdo de cómo se llega enamorado a la eternidad prometida. Confieso, que de nuevo me sentà tan feliz, y simulando tomar la pluma entre mis dedos, recorrà palabra por palabra en la primera hoja, donde aún se puede leer: Señor, no sé qué me está pasando, cuando la veo a los ojos, la siento dentro de mÃ, recorriendo todo mi cuerpo en forma de sublime emoción, movida por una energÃa divina seguramente creada por ti, que cuando pasa por mis oÃdos ese flujo de amor, puedo escuchar la música más hermosa que jamás ha existido, y cuando llega a mi boca, el sabor que provoca que quieran salir de ella, la calidez y ternura de las palabras de ensueño, para armonizar el ambiente, sintiéndome dueño siendo sólo un pretendiente, mis labios ardientes se tensan, como esperando recibir un regalo, que en la conciencia, semeja ser una idea fallida de un beso fantasma sumamente deseado, pero que en la distancia se pierde, cuando apenas llega a rozar el aliento de nuestros cálidos labios; y cuando llega la emoción al corazón, sin compasión lo acelera, de tal forma o manera, que quisiera éste salir, para hacerle sentir la pasión, que velozmente circula por arterias y venas; y qué decir de la grata sensación que llega al estómago inerme, que me hace sentir, una indescriptible hambre esencial, por comer una fruta de exquisito sabor, que se presta del color de la sangre que pinta mi faz con evidente rubor, como liberando el calor que me quema; y después, produce un inexplicable temblor, que estimula una fina y constante vibración, para entrar en sintonÃa los dos, para que muslos y piernas con precisa armonÃa, dancen en elevada fusión hasta tocar el cielo en tan anhelada ocasión.
Y esto, esto fue el principio de una hoja, que reescribà tantas veces, en el capÃtulo sin fin del libro de mi vida, y que hoy sigo leyendo, porque no se me olvida, que fuiste tú mi Señor, quién puso ante mà a la mujer que sanó con su amor mis heridas.
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