Allá por los años 90 y con los ojos bien abiertos para no perder detalle de las impresionantes instalaciones de tan aguerrida difusora mexicana, me sentí tímido, nervioso y un tanto incómodo, porque sabía de lo duro del piso sobre el que estaba parado y del peso y tenacidad de los locutores de esa empresa que llegó a innovar la radio en este país.

Era, en aquel entonces, su corresponsal en Tamaulipas y me llegó una invitación para que me presentara físicamente en esa empresa, lo cual acepté y pronto conocí a quienes vía telefónica me daban las órdenes de trabajo sobre la información que les interesaba de esta entidad.

El jefe de corresponsales nacionales fue categórico, cuando advirtió que esa empresa radiofónica maneja solo hechos, no palabras ni boletines glaseados y, así fue, porque mire Usted lo que sucedió.

Y es que le comentaba al jefe que además de violencia, inseguridad, fenómenos naturales devastadores y accidentes fatales, Tamaulipas tenía otras cosas, como las investigaciones que hacia la UAT sobre diversos ramos de importancia. “Guárdalos, boletines, no”, me aplacó.

Turismo, menos, educación, tampoco, notas políticas, para nada, sólo sucesos en vivo, así sea durante 24 horas sin descanso, entendí al joven y flaco sujeto.

En eso estábamos y eran como las 7.30 horas de la mañana. A través de una bocina escuchábamos él y yo el noticiero en vivo y el locutor -el más famoso y crítico que ha tenido México- lanzó un grito de alerta para dar paso a una información del Estado de México donde una explosión destrozó una enorme área de San Juanico.

El jefe se levantó como rayo de su asiento y lo seguí, para estar cerca de la cabina principal, desde donde el conductor explicó que la noticia les llegó vía telefónica de una señora que logró salvar la vida en esa explosión, a la cual tenía en la línea y así fue, la ama de casa asustada y llorando se soltó sobre el incidente.

Se habló de cientos de personas y ganado que murieron en ese lugar, una noticia que sacudió a todo el país.

Y mi jefe sabía lo que tenía que hacer y se metió en los archivos para buscar los antecedentes de las más recientes explosiones, por ejemplo en el mercado de La Merced, para que sea objeto de comentarios por parte del conductor principal del noticiero y para inyectarle de peso a ese suceso en San Juanico.

En minutos, la empresa se comió a todos los medios informativos de México, por ser oportuna, precisa, seria y con un alto prestigio.

Pasaron varias horas y se fue calmando la tensión y mi jefe me miró a los ojos y me dijo: “Como ves. Ésto o las investigaciones universitarias”.

Como buen provinciano tomé mi morral, me lo coloqué en el hombro y abandoné el lugar.

Cinco años duré con ello y lo raro es que a manera de broma les envié un adelanto que tenía que ver con la captura de un Chupacabras cerca de Ciudad Victoria que estaba en poder de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, según el encargado de un laboratorio.

Elaboré la nota, la pasé en vivo y agarró revuelo a nivel nacional, algo que nunca imaginé.

Total que no entendí, Me confundí.

Y ésto lo escribo porque el rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, anunció la vinculación académica y científica con Australia que tienen que ver con el sector energético, algo que desde mi punto de vista es importante y muy trascendente.

Ya se firmaron convenios con la empresa Woodside y se trabajará conjuntamente con la universidad tamaulipeca.

Terco, sigo, pero ésto merece más difusión, sobre todo.

En los medios nacionales.

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