Por más que el Congreso del Estado haya actuado para evitar un desastre económico en Reynosa, el fondo del conflicto deja mucho que desear y nos deja en claro muchas cosas.

La propuesta del Ayuntamiento de imponer nuevos impuestos y cobros a sectores clave de la economía local no sólo fue frenada con contundencia, sino que puso en evidencia una fractura entre aliados políticos que, por estrategia y cortesía, debieron haber resuelto sus diferencias en privado.

El alcalde Carlos Peña Ortiz y su equipo pretendían convertir cajeros automáticos, gasolineras, cines y hasta tiendas departamentales en una fuente de ingresos para las arcas municipales.

Sin embargo, su iniciativa de Ley de Ingresos fue señalada como inconstitucional, insensible y contraria a la política económica federal promovida por la Presidenta Claudia Sheinbaum, para no cargar más impuestos a los ciudadanos.

¿A quién se le ocurrió  castigar a las empresas formales en un entorno económico ya frágil? Tanto COPARMEX como la Asociación Mexicana de Ferrocarriles advirtieron sobre el peligro de estas medidas para la generación de empleos y el desarrollo económico de Reynosa.

Si eso no era suficiente, la misma secretaria de Economía estatal, Ninfa Cantú Deándar, hizo un llamado al diálogo, dejando claro que, además de recaudar, los gobiernos locales deben priorizar el bienestar de la comunidad.

Pero aquí lo más preocupante no es sólo el contenido de la propuesta, sino la forma en que se ventiló el desacuerdo.

La diputada Magaly Deándar,  enumeró cada norma violada por la propuesta. En tanto, Isidro Vargas, presidente de la Comisión de Finanzas, prácticamente cerró la puerta al Ayuntamiento al anunciar que se buscará la opinión de instancias federales para revisar el tema.

El mensaje fue claro y contundente, pero también innecesariamente público. ¿Qué ganan Morena y sus aliados exhibiendo en plena sesión sus debilidades? ¿Acaso no hay instancias internas donde los mismos colores puedan ajustar cuentas sin dañar su imagen colectiva?

En política, como en la vida, la ropa sucia se lava en casa. La ruptura de comunicación entre el Ayuntamiento de Reynosa y el Congreso del Estado no sólo exhibe una falta de coordinación, sino también una peligrosa indiferencia hacia el costo que estas disputas tienen en la percepción ciudadana.

El daño fue evitado, pero las fisuras entre aliados quedaron expuestas y lo último que necesita Morena en Tamaulipas es convertir a sus propios cuadros en enemigos públicos.