Hace algunos años, poco antes de un mes de diciembre, mi compañero de vida me regaló un telescopio increíble. Estaba llena de emoción y enseguida pensé, desde este momento me iniciaré formalmente como una observadora aficionada del cosmos. Me tomó varios días instalar el Telescopio y entender los diversos procesos previos para lograr su alineación. Logré primero enfocar y observar nuestro satélite más cercano, la luna llena se veía espectacular, entonces reflexioné sobre el gran salto que dio la humanidad en aquel alunizaje del 20 de julio de 1969 donde la tripulación de Apolo 11 piso la superficie lunar. Recordé aquella noche en mi querido Xicotencatl, en la casa de mis abuelos, contemplando el gran acontecimiento, ahora famoso, en una televisión con una débil señal. Pude ver en mi telescopio, los cráteres de la luna, producidos por impactos de meteoritos, los montes y otros lugares de interés que han sido nombrados y estudiados a lo largo del tiempo.

Semanas después, en el pequeño espacio de la terraza trasera de mi casa, me di a la tarea de localizar en la inmensidad cósmica la extraordinaria variedad de cuerpos celestes que orbitan nuestro sistema solar. En particular, me refiero al gran planeta gaseoso Júpiter; que, generalmente es fácil de encontrar, sobre todo cuando alcanza su total oposición con el sol, desde la óptica terrestre. Júpiter en la mitología romana, Zeus para los griegos, y en la numerología está representado por el número 3, que significa conocimiento, sabiduría. El rey del sistema solar ha sido visitado por varias sondas espaciales, entre ellas las Voyager, todas ellas pudieron recopilar importante información científica del planeta gaseoso. En su núcleo, es capaz de generar más energía de la que recibe del sol, su mancha roja es un gigantesco huracán que gira sobre sí mismo a una velocidad asombrosa y de manera constante, el vórtice rojo tiene un diámetro de 16,350 mil kilómetros que fácilmente podría engullir tres planetas Tierra. Júpiter tiene 95 lunas confirmadas, esta cifra incluye las cuatro lunas galileanas, la cuales deben su nombre a Galileo quien las descubrió en 1610, y que son claramente visibles: Ío, Europa, Ganimedes y Calisto. El resto, más pequeñas, se han ido revelado en años recientes. Se puede decir que Júpiter es un mini sistema solar. A través de mi Telescopio, Júpiter se divisa como una pequeña esfera de cristal con tenues líneas de colores pastel, lo que resulta ser un objeto de fascinante observación.

Europa, la luna más pequeña de los cuatro satélites mayores de Júpiter, es considerada, después de nuestro vecino Marte, uno de los sitios con más alta prioridad en la programación de misiones para la búsqueda de vida en nuestro sistema solar. Por ello, el proyecto de hace algunos años se materializa en la “Misión Europa Clipper”, que partirá el próximo octubre de 2024.

Europa cuenta con una superficie lisa, envuelta en una gruesa capa de hielo que su grosor se cree que mide entre 15 y 25 kilómetros, bajo la cual se enconde un inmenso océano que se calcula que tiene una profundidad desde 60 hasta 150 kilómetros. En la Tierra la zona más profunda se ubica en la Fosa de las Marianas que cuenta con una profundidad de casi 11 kilómetros. Europa tiene en su superficie marcadas estrías, estas son originadas en gran parte por la intensa gravedad de Júpiter. Esta interacción gravitacional entre Júpiter y Europa provoca estrés en la capa de hielo del satélite y logra la formación de dichas grietas. En los sobrevuelos de las misiones anteriores, se han observado en Europa emisiones de vapor de agua que se asemejan a los geiseres terrestres, no son volcanes en el sentido tradicional, más bien se describen como vapor de agua que se emite desde el subsuelo.

La NASA define que el objetivo científico de “Europa Clipper” es precisar si hay lugares debajo de la superficie de Europa, que pudieran albergar vida.  La evidencia sugiere que dicho satélite podría tener los ingredientes necesarios para la vida tal como la conocemos: agua (el doble de los océanos de la tierra); materia orgánica (componentes químicos esenciales provenientes de diversas fuentes); energía (fuentes de energía química procedentes de la superficie y el fondo del mar); y, estabilidad (las condiciones se han mantenido similares durante los 4 mil millones de años).

Un dato importante de mencionar es que la nave de la “Misión Europa Clipper” será las más grande utilizada para una misión planetaria. La sonda está diseñada con tecnología especializada, para llevar a cabo una serie de investigaciones detalladas sobre Europa. También, contará con paneles para recolectar suficiente luz, una bóveda de alta protección contra la radiación y un escudo térmico para ambientes hostiles dentro del campo magnético de Júpiter, entre otras características.

La “Misión Europa Clipper” se espera que llegue a la luna Europa en abril de 2030, la misión está planeada para durar cuatro años, durante los cuales realizará múltiples sobrevuelos en Europa para estudiar su superficie, subsuelo y ambiente en detalle. La información que se obtenga será, sin duda, un gran adelanto en la investigación espacial. La forma de vida que podría existir en Europa, si es que la hay, sería muy diferente a la vida tal como la conocemos. Es posible, tal como algunos científicos especulan, la posibilidad de que sea una vida microbiana o más compleja, debido a que el lugar es un océano subterráneo. Esto y mucho más lo sabremos cuando llegue el momento.

¿Que sentimos las personas cuando miramos el cielo? Para los astrónomos proporcionan una gran diversidad de datos científicos en la observación y en el estudio del Universo.  En mi caso, es una forma de buscar entender nuestro origen, saber de dónde venimos, reflexionar sobre nuestro lugar en el cosmos y grandes lecciones de humildad, tal como decía Carl Sagan.

Son respuestas breves a las grandes preguntas, a menudo existenciales y filosóficas. El estudio del Universo nos revela que estamos hechos de los mismos elementos que las estrellas, lo que hace absolutamente cierto la afirmación de Sagan “somos polvo de estrellas”. La idea de que tenemos una conexión profunda entre nosotros y el Universo, la respaldan investigaciones recientes en neurociencia y cosmología, pues han encontrado una relación fascinante entre nuestro cerebro y el Cosmos, un misterio que amerita ser explorado.

Entretanto, mientras la humanidad sigue en constante conflicto, continuaré observando el cosmos, y reflexionando sobre el gran avance que lograremos con la misión Europa Clipper. ¡Buenos Cielos y enhorabuena!