Un buen día, mi nieta María José de 7 años de edad, vino a visitarme y me preguntó: ¿Abuelo, las palabras envejecen? ¿Pero qué estás diciendo María José?  Le respondí. Bueno, dijo ella, es que en la clase de catecismo nos leen la Biblia y dijeron que en un principio era la Palabra, imagínate cuantos años tiene la Palabra, si se está hablando del origen de la vida. No quisiera causarte más confusión sobre el significado bíblico o la interpretación de la referencia, pero te diré, María José, que, desde mi punto de vista, las palabras no envejecen, y además, su significado trasciende a través del tiempo para llegarle y llevarle a muchas generaciones la valiosa información de nuestro pasado, para alertarlo en el presente, sobre todo aquello que nos causa daño físico y mental. Entonces es parecido a lo que tú estás escribiendo, llevas información del pasado a tus lectores. En cierta forma sí, le respondí, pero como las palabras no tienen edad, no envejecen y los mensajes suelen ser un recordatorio de todo lo que se vivió y se vive, y deja huella en nuestra vida y se significa por dejar una lección para procurar ser mejores personas.

A ver si te entendí abuelo ¿acaso tú le llamabas la atención a mi mamá cuando no hacia la tarea? ¿Y eso le dejó una huella a mi madre, para que ella repitiera las mismas palabras en mi presente, y más aún, para que me advierta sobre lo que me puede ocurrir si no cumplo con la tarea? Me quedé pensando en el razonamiento de mi nieta, lo que parecía un juego, era la demostración de que los niños tienen una sorprendente inteligencia y pueden procesar situaciones complejas, incluso, dando explicaciones sencillas, sin tanto adorno como se acostumbra entre los que, de saber tanto, en ocasiones no se dan a entender, y se ponen metas demasiado altas que por cierto nunca llegan a cumplirse.

Las palabras de mi nieta me recordaron que a las cosas hay que llamarles por su nombre.

“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. (Jn 1:1)

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