La psiquiatría personalizada es el abordaje de un mismo diagnóstico, trastorno bipolar, esquizofrenias, trastorno de conducta alimentaria o cualquiera psiquiátrico, de acuerdo sean personas jóvenes, adultas o mayores.
El papel de la medicina en general, y de la psiquiatría en particular, es intervenir sobre las enfermedades para que no interfieran en la capacidad de las personas para llevar a cabo una vida plena. La misma intervención que es válida y segura para una persona con una depresión en su época de adolescente, puede ser ineficaz o perjudicial en su edad media de la vida.
La persona que sufre enfermedades mentales graves suele tener envejecimiento de peor calidad que el del resto de personas. La enfermedad mental se asocia a mecanismos moleculares y celulares que producen un envejecimiento desordenado y acelerado. También estas personas suelen tener hábitos que aceleran el proceso del envejecimiento: tabaquismo, sedentarismo, hábitos dietéticos perjudiciales, etc., de ahí la importancia y necesidad de una atención de la salud mental de forma personalizada para detectar posibles problemas.
La existencia de elementos sociales que intervienen con la misma fuerza que los anteriores hábitos; aislamiento social, dificultades de acceso a los servicios médicos o de prevención de hábitos no saludables, el estigma social que la aparta de la sociedad, del mercado de trabajo y del propio sistema sanitario, y otros.
Un elemento es la pérdida de expectativa de vida de las personas con enfermedad mental grave. En el caso de la esquizofrenia, las personas con esta enfermedad van a vivir entre 15 y 20 años menos que el resto de la población. Si sumamos a esto el hecho del desempleo que sufre este grupo de personas, podemos valorar lo difícil que es.
La salud mental en el colectivo de población joven, una menor percepción de riesgo y su impulsividad facilitan adoptar conductas de riesgo, uso y abuso de tóxicos (alcohol, tabaco, cannabis) y la incertidumbre respecto al futuro, es fuente de ansiedad, de modo que 50% de esta población padece estrés.
Si se tiene en cuenta la existencia trastornos psiquiátricos, éstos están presentes en 5% de los jóvenes, algunos persisten desde la adolescencia, como los trastornos de conducta alimentaria (anorexia y bulimia) o déficit de atención e hiperactividad (TDAH) Otros, pueden comenzar en este periodo como el trastorno bipolar o el grupo de las esquizofrenias, siendo difícil precisar el diagnóstico y pronóstico futuros y su estabilidad diagnóstica. El suicidio, crece en este grupo, es la tercera causa de muerte en los jóvenes, con tasas de 3.65 por cien mil habitantes. El riesgo de tener una psicosis disminuye con la edad, de modo que la incidencia de un primer episodio de psicosis es dos veces y media mayor en los jóvenes que en el adulto.
La mejor forma de abordaje es integral: farmacológico, con intervenciones destinadas a suspender el al abuso de sustancias y teniendo en cuenta el acceso al mercado laboral, fuente de importante estabilidad.
El suicidio consumado está presente en 15% de los pacientes con esquizofrenia y se incrementa a 21% en aquellos que comienzan en la adolescencia y hasta un 11% de los primeros episodios del espectro esquizofrénico debutaban con conductas autoagresivas antes de su diagnóstico.