¿Qué, quién soy? Preguntó la magnificencia, tal vez no sea nadie para ti, pero te puedo asegurar que, si alguna vez en tu vida coincidimos, algo de mí te llevaste, así como yo me lo llevé de ti.

Bueno, tal vez, respondió la incredulidad, pero ¿por dónde has caminado? He andado por muchos caminos, dijo la magnificencia, algunos con mucha claridad, otros con no tanta, pero con suficiente luz como para que vieran mi rostro y sintieran mi presencia, más como suele suceder, muchos viven en la superficialidad del ser, ahí donde todo parece igual, los días, las personas, las cosas, ahí, donde no existe el asombro, donde suele suceder que se cofundan el mal y el bien, donde el reflejo de la imagen de las personas,en el espejo, no logran ver más allá de sus defectos o lo que consideran que exalta su vanidad y se esconde el egoísmo.

Bueno ¿y yo que tengo qué ver con esa percepción muy tuya de la vida? Replicó la incredulidad ¿Acaso no has oído hablar del refrán que cita que cada cabeza es un mundo? Esa ha sido una manera que utiliza el ser para justificar las diferencias que han ido surgiendo en la vida, por las experiencias que se adquieren cuando se vive en la superficialidad, y que ciertamente, van configurando la manera de pensar del cerebro, y en ese sentido lo hace único, explicó la magnificencia.

Sigo sin comprender, ¿Acaso es ésta una de las coincidencias a que te referías? Dijo la incredulidad.

Tú lo has dicho, comentó la magnificencia, es esta una coincidencia, tu camino y el mío se han encontrado nuevamente, pero ahora ha sido un encuentro diferente, pues te has detenido a escucharme y es una señal de que has iniciado a tener plena conciencia del hecho de que cada día que vives, es una nueva oportunidad para pensar superficialmente; yo he sido tu padre, tu hermano, tu amigo, tu compañero de asiento en la escuela o en el autobús en el que viajamos, he sido en algunas ocasiones tu guía o lo que has considerado tu mejor maestro, Yo Soy tu conciencia, esa voz interior que en muchas ocasiones te hace dudar, te hace arrepentir de alguna mala acción que tomaste, o de esa indiferencia con la que ves a los demás.

Yo Soy la luz del mundo: El que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12).