Ayer debía haber sido un día para recordar en el Congreso Local. Por lo menos era lo esperado ante el tema que se discutiría en la agenda.

El kilométrico nombre del documento por lo menos producía en principio respeto en su lectura simple y en lo que podría significar: Iniciativa de Ley para la Prevención y Atención Socioeconómica de las Violencias en el Estado de Tamaulipas. Uf, me cansé sólo con repetirlo.

Pero la realidad, sin ánimo de ser negativo, me decepcionó su contenido.

La iniciativa presentada es una larga descripción de valores obvios en el ejercicio del quehacer público y una relación de los deberes de las instituciones.

No encontré en su texto el deseable listado de acciones específicas, de programas concretos, de medidas prácticas que debe ejecutar la autoridad del ramo, en conjunto con la sociedad como se marca en el mismo documento, para lograr reducir la violencia a la que en teoría pretende atacar.

Las preguntas brotan en torrente:

¿Qué va a hacer específicamente la Policía?

¿Tienen nuevas facultades las corporaciones?

¿Se incluye la posibilidad de la Policía de Proximidad?

¿Cuáles serán las estrategias que se aplicarán?

¿Qué se espera de la sociedad para alcanzar los objetivos?

Las dudas calan, se extienden, pero no se aclaran.

La verdad, no entiendo este tipo de iniciativas que se anclan en el discurso y no aterrizan en la realidad. Espero, con la mejor buena fe, que el complemento de esa iniciativa llegue a corto plazo, con la celeridad que merece la grave afectación que sufre el Estado y su población en materia delictiva.

Si eso no sucede, si no hay la continuidad necesaria a esta relatoría de conceptos y lugares comunes, temo que el balance pueda terminar en una historia que ningún tamaulipeco desea:

Un catálogo de buenas intenciones…

EL CONTRAPESO

Me ha sorprendido Ernesto Guajardo Maldonado. Y debo reconocerlo, me agrada su actitud.

Lejos de la imagen de “agachón” con la cual llegó a la Presidencia del Comité Directivo del Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas, el nuevo dirigente ha mostrado un perfil que, lo acepto, s

Contestatario, echado para adelante, cuestionador, por lo menos en el arranque está echando abajo la etiqueta de sumisión egidista que le adornó en forma sistemática durante su campaña por ese liderazgo. Vamos, hasta se atrevió a hacer lo que ningún otro priísta tamaulipeco destacado se ha atrevido a hacer hasta el momento: defender al ex gobernador Eugenio Hernández Flores.

Y eso que hay muchos que le deben toda o por lo menos la mayor parte de su fortuna a “Geño”.

¿Cuál es el verdadero valor de esa postura de Guajardo?

La respuesta es tan sencilla como importante para la causa tricolor estatal: De esa manera, el PRI está en el camino de formar un auténtico contrapeso político con el poder en turno, que se pensó sólo podía construir Oscar Luebbert, quien en los hechos ha mostrado una plausible madurez al apoyar a Sergio, pero condicionándolo a dar resultados.

Por lo que a los priístas respecta, no parece pintarles tan mal el escenario que viene en el terreno electoral. Por el bien de la política y por la necesidad de un sano equilibrio en ese ámbito, ojalá Sergio no sea flor de un día o se desinfle a la mitad del camino…

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