Injusto, sí; fuera de lugar, también. El reclamo por falta de agua tiene sus aspectos reales y otros que se alejan totalmente de una visión actual, en la que gracias a los intensos calores que sufrimos prácticamente en todo el país, se presenta un enorme y desmedido desabasto de agua, propiciando reclamos, insultos, exigencias y más, por parte de ciudadanos ofendidos que reclaman a las autoridades tal hecho, y otros que aprovechan el asunto para tratar de llevar votos a su partido, ahora que vivimos épocas electorales.
Este fin de semana amaneció Matamoros, por ejemplo, con algunas pintas exigiendo al alcalde que resuelva el problema, y en ese sentido hay mucho qué decir. Victoria, tradicionalmente tiene problema del abasto del vital líquido, sin embargo, muchos no nos hemos puesto a pensar por qué se presenta esa falta del vital líquido.
Entendamos. El problema tiene diversas variantes, siendo la primera la distancia de la fuente de abastecimiento: la capital se surte con la Presa Vicente Guerrero, que se encuentra a 55 kilómetros de distancia, y a 141 metros sobre el nivel del mar.
A partir de ese punto, hay que traer el agua, y pasarla por purificadoras y demás, para que llegue a la capital que se encuentra a 378 metros, es decir, que hay que imaginar la torre del Bicentenario tres veces en su altura, para que el agua llegue a su llave o regadera.
En el camino hay dos plantas de rebombeo y una planta potabilizadora que se instalaron cuando Américo Villarreal, con una visión progresista oo mandó construir.
Américo dijo que el acueducto nos salvaría de penurias por unos veinte años. Desgraciadamente, nos topamos con un gobernador -Egidio Torre- que nunca tuvo interés en sus representados y no se hicieron las obras del acueducto numero dos, proyectado hace lustros. No le tomó importancia, la ciudad siguió creciendo y ahora tenemos el resultado, aunado a un enorme desperdicio de gente con dinero, sin dinero, con casas grandes y pequeñas, comerciantes e industriales. Es decir, todos.
Como muestra, vaya por el Eje Vial a las 7 de la mañana y verá cómo los habitantes de esas casas y negocios lavan sus carros a manguerazo limpio, importándoles nada el que a los demás no les llegue agua.
Luego, se hizo el acuaférico, pero esta gran obra solo tiene 25 o 30 por ciento de su capacidad de agua, por lo que no puede repartir lo que no llega a ella, es decir, NO HAY AGUA y esa es la verdad. No se fabrica con nada ni se compra en tiendas. Se localiza y llega por mantos acuíferos y por la naturaleza. Punto.
Y si agregamos la falta de eficiencia del organismo regulador, que sube tarifas indiscriminadamente sin aviso alguno, amparándose en sus facultades pero no respetando sus obligaciones, si agregamos la tubería muy vieja que tenemos en la capital y la falta de obras hidráulicas, entonces entenderíamos un poco más el problema. Ahora sí, sí hay problema del agua.
Iniciemos por cuidar la poca que llega y no desperdiciar: hacer que el vecino entienda en forma comunitaria que es de todos y no sea un patán egoísta que no piensa en los demás y riega su jardín por horas, o “riega” su automóvil o banqueta para que luzca bien.
Entonces, podríamos pensar en exigir a la autoridad mucho más, para que nos cumpla, y también pedirle que por favor, sea más enérgica en eso de las sanciones, porque quien desperdicia el vital líquido merece la multa más elevada y hasta cárcel, porque atenta contra una comunidad, una ciudad… una capital.
Es hora de tomar el problema de frente y asumir cada uno su responsabilidad. Cierto: Comapa no es lo eficiente que debiera, pero, usted ¿Está haciendo la suya? Para exigir hay que cumplir primero, suponemos.
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