Un buen día, caminaba tranquilamente por una plaza pública de nuestra hermosa ciudad, cuando se acercaron a mí dos jóvenes (Francisco y Alicia) quienes se identificaron como miembros de un grupo de desarrollo humano, y me invitaron a  participar en una entrevista sobre los factores que pudieran haber inhibido mi intensión de ser feliz; dudé un poco antes de dar mi aprobación, al pensar en el hecho de que tendría que abordar algunos aspectos íntimos de mi vida, pero, siempre dispuesto a contribuir en proyectos positivos accedí, así es que, nos sentamos en un banca bajo la sombra de un frondoso árbol y dio inicio la entrevista. La primera pregunta la hizo Francisco y se refería a que si me consideraba una persona feliz y por qué; sin titubear dije que sí, y les hablé de los motivos que tenía para serlo: Vida, amor, salud, familia, amistad, trabajo, casa, comida y sustento; los muchachos dudaron de mi sinceridad y replicaron: ¿Seguramente en algún momento de su vida habrá tenido momentos de infelicidad? Les contesté que les hablaba con la verdad, y me apegaba a su pregunta fielmente; entonces ellos insistieron y Alicia cambió la pregunta: ¿Cuáles son los factores que le han causado infelicidad en la vida? Le respondí, que algunas veces me sentía triste, pero no infeliz. Me pidieron les explicara el concepto, porque consideraban que el hecho de sentirse triste, era consecuencia de ser infeliz. Les respondí que muchas personas confunden los términos; tratando de ser un poco más explícito, les expliqué lo siguiente: La vida es el don más valioso que Dios nos ha obsequiado para ser felices; desde un principio, el Señor se asegura de que no nos falte nada, para ello, nos da una madre, la cual está dotada del Espíritu Santo, para que todo el tiempo que sea necesario se asegure de que seamos felices, nos obsequia también un Padre, para que nos muestre el camino desde que damos los primeros pasos; nos regala también y en abundancia el amor de ambos, en donde refleja el amor que siente por nosotros; el amor es la esencia divina sanadora, muchos piensan diferente, porque se limitan sólo a ver o a sentir la salud externa, más nunca piensan, en la salud interna. Dios nunca permitirá que nadie dañe el espíritu de uno de sus hijos. Cualquier situación que lastime a la materia, trae consigo misma una enseñanza, para no olvidar nunca, que pase lo que pase, debemos sentirnos felices, porque lo que es creado por amor, con amor será sanado.

La familia es una cadena de energía positiva, que en conjunto vela por la felicidad de un todo, nadie nace siendo una mala persona, nadie permanecerá en la tierra, siendo eternamente malo, Dios nos creó para ser felices y regresaremos al Padre felizmente.

Las amistades son un bálsamo para el espíritu, no hay amistades buenas o malas, todos tienen un motivo divino para llegar a tu vida, cada experiencia vivida con tus amigos tiene un por qué y contribuye al término con la misión de regresar a tu vida, el estado de felicidad con el que llegaste a la misma.

El trabajo nos da la oportunidad de poner en práctica las habilidades para crecer en pos del beneficio, de la felicitad propia y de los demás.

El hogar es el sitio en el cual se mantiene encendido el amor filial, es el punto de partida, donde se le da calor a las diferencias y donde convergen los motivos para mantener siempre la unidad generadora de felicidad.

El alimento nutre y fortalece el hábitat del espíritu, pero, este se nutre del amor del Padre y del amor por el prójimo. El sustento es el medio para allegarnos lo mínimo indispensable como recompensa a nuestros momentos de luz, para avivar la felicidad que se mantiene viva en el interior. ¿Entienden ahora lo que es la felicidad?

El tiempo había pasado sin darnos cuenta y la entrevista no terminó como había sido planeada por los jóvenes, pero estoy seguro, que les dejé suficiente material como analizar el hecho de que la felicidad no se puede medir sin tomar en cuenta el valor del espíritu.

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