¿Y quién tuvo la culpa? ¿Por qué la sangre fraterna, limpia y pura, se volvió un veneno? No, no fue la envidia, pues no había nada que envidar, acaso quien había nacido primero y quien había nacido al final, y que llegaron al mundo por amor, pero igual de ciegos, y conforme se iba desarrollando la mente, no encontraban respuestas para sus dudas; si acaso algo tuvo qué ver, es el egoísmo, ese que nos hace apropiar de lo que es de todos, pero que, por necesidad sentida, lo queremos sólo para uno mismo.
Eran pues dos aves hermanas provenientes del mismo nido, pero con un sentido estricto de la propiedad irrenunciable, donde el primeo siente tener más derecho que el último, sólo por el hecho de haber llegado primero al mundo, pero éste por ser el último, el más pequeño, acaparó la atención de todos en el nido, de ahí que recibiera una sobre protección, tal vez innecesaria, pero que no le permitió volar a tiempo con sus propias alas; mientras que el primero nació con alas, pero por el exagerado sentido de la responsabilidad autoimpuesta, ella misma se las cortó, impidiéndole con ello toda posibilidad de volar por sí misma, esto, para poder formar su propio nido.
Ambas aves han vivido toda su vida en un auto cautiverio, la primera encerrada en su propia jaula mental, ahí donde abundan los pensamientos de auto defensa al sentirse desvalorizada, pero sabedora de tener un abal de importancia tal, que puede doblegar voluntades debido a su figura maternal; sin saberlo, construyó la jaula para protegerse de todo aquello que le podía dañar o que cuestionara su verdad, pensando que podía entrar y salir del cautiverio a voluntad, pero entregándole la llave imaginaria para abrir la puerta, a la única persona en la cual confió, y a la cual invitó a vivir con ella en cautiverio; lo mismo pasó con el ave más pequeña, que a pesar de tener alas, nunca le enseñaron a volar, y por ello, empezó a tener miedo a todo lo que desconocía, de ahí que se sentía frágil y diferente, debido a la errática percepción de las vivencias, y por la falta de una visión propia de la realidad que experimentaba, y por la falta de información que debía tener, cuando no todos los temores se tienen por causa de la oscuridad en la que se vive, aquella en la que poco a poco le va obscureciendo el alma, y por extraño que parezca, cada una, siendo libre, construyó su propia jaula, encontrando el material en el camino, llegando siempre a toparse con la encrucijada y siendo recibida por las confusas tormentas que a pesar de la lluvia de posibilidades, marchitaba la ternura que fue restándole alegría.
Las dos aves encerradas en su mutismo, dejaron que el mal tiempo fuera destruyendo su vital resguardo, la menor de ellas, decide intentar volar por su cuenta, la mayor, inquieta al no poder volar, cayó del nido y cuando ambas parecían perdidas y estaban por extraviarse, se encontraron con su Creador, quien les dijo: ¿Acaso encontraron la respuesta a su encono? La verdadera culpa que existe está en la incapacidad de poder pedir perdón y perdonarse, no tanto por lo que han hecho, sino por lo que no hicieron para seguirse amando como hermanos.
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