No es la oscuridad la que llama a la maldad, es la maldad, la que aprovecha la oscuridad para esconder su vana intensión, y la intensión de hacer el mal tienen su origen en la mente de quienes se pasan buscando el motivo de su mala suerte en la ocasión, cuando se nubla la razón.

Si el amor reside en el corazón, por más oscura que sea la noche, ni intensión nefasta, ni maldad, harán su aparición, porque el amor es una luz de tal intensidad, que iluminará a quien es su portador, dándole claridad a su mente, cuando su ser se sienta torturado, por los problemas del ayer y del presente.

Hay quienes se pasan la vida buscando, lo que creen nunca han encontrado, culpan de ello a lo que nubló sus días más iluminados, despojándolos, aseguran, de la buena suerte, cuando ni mala, ni buena es la ocasión, para cometer el pecado, sino la intensión de desquite por la oscuridad por donde ha transitado.

Busca en el amor la claridad de lo que más oscurece tu vida y encontrarás la respuesta de todo lo que te ha pasado, deja de pagar la eterna deuda que tienes con el pasado y vive la luz que te ofrece cada día en el presente.

Deja de pensar que no es fácil desatar las ataduras que te han condenado, el nudo siempre tiene quién lo apriete, cuando hay oscuridad en tu vida, y si observas con la claridad del amor, podrás encontrar que el verdugo y ejecutor de tu mal, resulta ser el poseedor de una mente que se empeña en vivir en la oscuridad.

Vive, ama y sé feliz, lo que llamas suerte son los destellos de amor de la gran luz que hay en tu interior y esa fuente de vital energía proviene de tu divino Creador.

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