Caía la tarde, y al abrir aquel pesado portón de aquel rancho en el olvido, parecía que una vez adentro y al cerrarlo, se escribía otro capítulo de la vida de cualquiera que piensa que ha pasado mucho tiempo perdido en el espacio, donde el miedo es el que reina; pero quién sembró el miedo en el corazón de los que tanto anhelan vivir la vida y disfrutar de ella, hay tantos que sin necesidad de estar interesados son los sembradores, simple y sencillamente, porque a ellos también les sembraron en su vida el miedo a vivir.
Muchos son los que han dejado para después lo que tanto desearon hacer en el momento más indicado, pero se vieron influenciados por el temor a perder lo que ya habían ganado. Muchos son los que aún sueñan con realizar lo que de ser un deseo, pasó al mundo de los sueños, esto, para no olvidar que un día tuvieron los anhelos de realizar algo que le parecía en su momento extraordinario.
Hoy, que se proclama que la vida no será igual que antes, porque el miedo salió de aquellos que temían por su vida, sólo por escuchar de oídas lo que estaba mal, ahora, ante la letalidad de un virus, terminan por renunciar a la vida que les es arrebatada por los que son servidores del mal.
Nada ni nadie podrá tocar a quien sabe que la vida es un don otorgado por el Creador, si él la dio, solo él podrá quitarla, pero si se ha aprendido la lección, aquel que no desea perderla por ignorancia, deberá asegurarse de guardar la distancia requerida para evitar contagiarse, porque si el miedo ya abonó la tierra para que el mal sea sembrado, el mal florecerá y será como la cizaña que crece entre el trigo.
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