El Contralor del Estado, como dice una frase popular, “me da ternurita”.
En mi opinión, don Mario Soria Landero es hasta el momento, el funcionario de primer nivel en el Estado que ha mostrado más transparencia–o más ingenuidad– en sus declaraciones, lo cual puede interpretarse de dos maneras:
Es un hombre de buena fe o no sabe en qué terreno está parado. En lo personal me quedo con lo primero.
Días atrás metió en aprietos al área bajo su responsabilidad al exhibir –estoy seguro que sin mala intención– a la mayor parte de sus colegas como ejemplos de opacidad, cuando admitió que muy pocos de ellos han presentado la declaración “3 de 3” por miedo a la inseguridad.
No sólo provocó un “gulp” en ese nivel de la burocracia al verse en un balcón público en el que nadie quiere asomarse, sino que de paso generó una furiosa reacción de la iniciativa privada, grupos ciudadanos y hasta del obispado victorense, que exigieron con toda razón que cumplan con esa obligación, hasta ahora moral, pero muy significativa para la sociedad.
Al final capoteó el temporal y salió bien librado, pero el zarandeo nadie se lo podrá quitar.
Ahora el buen Contralor anunció que su equipo libra una batalla contra una forma de corrupción reflejada en los regalos costosos a funcionarios, que en esta época navideña suelen –en realidad es mejor decir “solían” – abundar. Con ese objetivo, dijo, vigila muy de cerca las oficinas de los personajes en cuestión.
Dos cosas valdría la pena que tomara en cuenta don Mario. La primera es que el Secretario, Subsecretario o Director que aceptara un espléndido regalo en su oficina debería ser castigado más por zoquete que por presunción de lo que llaman “establecimiento de compromiso”. ¡Por supuesto que ninguno admitirá en esos espacios algo más caro que un tinto de 150 pesos o una bufanda de 200!.. para eso están, si decidieran hacerlo, sus domicilios particulares, empresas privados, ranchos o “casa extra”, en caso de tenerla.
La segunda es que los compromisos que de buena fe, insisto, intenta evitar el Contralor no esperan la llegada de Santa Clos para aparecer. Es una evidente ilusión pensar que todos los que quieran “quedar bien” con fulano, zutano o mengano han estado haciendo fila para surgir en diciembre.
Estoy convencido de que Mario Soria es un buen hombre, porque sólo las personas de esa naturaleza hablan y actúan sin pensar en los posibles problemas que lo uno o lo otro le puedan acarrear. En el manejo sin maquillajes de su responsabilidad pública, queda clara la diferencia que tiene a su favor frente al resto de sus compañeros de labores, que cuidan hasta el tono de voz para no meterse en reflejo de la voz popular, en camisa de once varas, como en algún momento lo hicieron con sus declaraciones respectivas la Secretaria de Obras Públicas y el titular de Administración.
Adelante Contralor, por favor no cambie. Siempre es refrescante ver trabajar a un funcionario de ese nivel que no cuida las formas de su decir, pero es evidente que sí intenta hacerlo con su obligación de cuidar el patrimonio del Estado y la honorabilidad de una administración estatal.
Cuídenlo. Vale la pena…
LA LEY QUE QUITA EL SUEÑO
Circula en las redes un video donde el investigador Alejandro Madrazo, expone un análisis sobre lo que se bautizó como Ley de Seguridad Interior. En lo personal no sólo me interesó, también me atemorizó.
Los argumentos que puso sobre la mesa del Senado el también académico del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), son para quitar el sueño. Pinta un futuro casi inmediato en donde predominan los colores oscuros, muy oscuros, para las instituciones mexicanas.
Búsquelo, véalo, escúchelo. Ojalá que también lo hayan hecho los senadores y piensen dos, tres y hasta cuatro veces, antes de decirle sí a esa normatividad. Y no es, para nada, exageración
@LABERINTOS_HOY