Resulta difícil en ocasiones, contar con buenos amigos, otro tanto, esperar a que los familiares cercanos se den la oportunidad de tener tiempo para mejorar la comunicación en la familia. De hecho, muchos seres humanos dan la impresión de haber sido arrastrados por un tornado de situaciones que absorben todo su tiempo y las mantiene aisladas de las demás, y por lo general, simulan que buscan desesperadamente salir de aquel conflictivo espectro de complicaciones, pero en realidad desean permanecer en él, pues eso las mantiene los suficientemente ocupadas como para pensar en sí mismas; es tal la fuerza de atracción de esos eventos, que en su desesperación se olvidan de que existen múltiples oportunidades para escapar de lo que nos parece inevitable.

Por otro lado, los que observamos cómo se esfuma el tiempo, sin desearlo entramos a un desagradable estado de ansiedad, porque, cuando se tiene consciencia del valor de cada segundo, quisiéramos no desaprovechar los momentos para generar vivencias que contribuyan a mejorar la calidad de vida y el grado de satisfacción por vivirla.

Seguro estoy, que el detener el acelerado desgaste físico y mental de las personas que amamos, no depende de los que observamos y tenemos una limitada participación en el retorno de un estado del equilibrio emocional, pues es un acto netamente voluntario de los afectados; además, el intentar rescatar a los atraídos por la devastadora fuerza mortificante, se traduce como un riesgo potencial de ser arrasados por el mismo torbellino.

Sentarse a meditar al pie del árbol de la sabiduría, siempre ofrece más de una respuesta a nuestras dudas e inquietudes, más, para asimilarla, se debe también estar liberado de los efectos nocivos de los pensamientos negativos, que igual, no nos permiten alcanzar la armonía emocional requerida para que se instale permanentemente en nuestro ser lo que conocemos como felicidad.

“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontraras a ti mismo, y ésa, solo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas” (Pablo Neruda)

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