La Palabra escrita en la Biblia es Palabra de Dios, y cada domingo en la misa semanal se escuchan textos de esa Palabra, y la misma sirven al creyente para crecer en la fe, para vivir de acuerdo a esa Palabra siempre viva y actual. Es por eso que el creyente al participar de la misa dominical debe poner atención a la proclamación de la Palabra de Dios y tratar de hacerla vida durante la semana.
Jesucristo, al igual que algunos domingos anteriores, sigue hablando en parábolas del Reino de Dios. Y en el texto evangélico, Mt 13, 44 – 52, enseña a ver el Reino de Dios como una apuesta. Dice Jesús que como un tesoro escondido, o una perla preciosa que se ofrecen como una ocasión única. Para encontrar ese tesoro o conseguir esa perla hay que dejar a un lado o desprenderse de algunas cosas, incluso “venderlo todo”. Se trata de una apuesta en la que arriesgas, sacrificas, pero confías en que vas a ganar más.
El Reino de Dios para Jesús es lo último y absoluto, a éste consagró toda su vida. Eso que él vivió lo quiere comunicar a otros. Por eso el creyente debe de esforzarse por imitarlo.
Como en la parábola del trigo y la cizaña, Jesús habla también de una red que recoge toda clase de peces: buenos y malos. Con esto Jesús invita a saber distinguir y separar lo bueno de lo malo, lo que lleva a la vida eterna, y lo que conduce a la muerte, es decir, lo que priva de esa vida eterna.
Encontrar el “tesoro escondido” o la “perla preciosa” no es sólo fruto de un trabajo calculado. Es algo gratuito que Dios da como un don. De parte del ser humano está en ir sacando de ese tesoro “las cosas nuevas y las cosas antiguas: lo que hay de promesa (lo viejo) y lo que hay de cumplimiento (lo nuevo).
Frente a este texto evangélico, el creyente debe cuestionarse: ¿Qué debe dejar que le está impidiendo recibir el Reino de Dios?.
Se puede orar con palabras del Salmo 118: “Yo amo, Señor, tus mandamientos. Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los sigo. La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos”.
Que el amor y la alegría del buen Padre Dios permanezcan siempre con ustedes.