Hace algunos días acompañé a Arturo Diez Gutiérrez a un muy nutrido evento con jóvenes.
En la interacción propia de dicho ejercicio democrático, hubo espacio para preguntas que le formularon las y los jóvenes al candidato.
Le preguntaron entre otros temas, qué opinaba sobre el consumo de la marihuana; y sobre los matrimonios igualitarios.
Causó mucha empatía con los jóvenes un candidato convencido de que el respeto a la elección del rumbo que cada quien considere para su vida, es lo mejor.
Y es que, entre el gremio jurídico hemos visto cómo es que cada vez más se legitima en nuestro sistema jurídico mexicano el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Este derecho deriva del principio de autonomía personal, y consiste en la capacidad de elegir y materializar libremente planes de vida e ideales de excelencia humana, sin la intervención injustificada de terceros.
Ya la Suprema Corte ha hecho diversos pronunciamientos particulares sostenidos en este derecho.
El primero importante fue cuando se estableció la posibilidad de que atendiendo al derecho al libre desarrollo de la personalidad, en los casos de divorcio no prevaleciera ya el interés del Estado en conservar la figura delmatrimonio por encima del deseo de uno de los dos seres humanos que lo integran de divorciarse. Basta ahora, con que uno de los dos ya no quiera pertenecer a tal vínculo, para que pueda acabarse el mismo.
Se pronunció también el Máximo Tribunal del País en relación a los tatuajes; matrimonios igualitarios; a la libertad y seguridad sexuales, y al auto consumo de marihuana, entre otros.
Y en todos bajo un criterio abierto, con enfoque progresista en base precisamente, estimado lector, al derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Quedando claro que en México, de acuerdo a Derecho las personas mayores de edad pueden decidir sin interferencia alguna su apariencia, la forma en que se expresan, su orientación sexual y hasta fumar marihuana con fin recreativo o lúdico.
Con total respeto a estos precedentes legales que comento, Arturo con sus respuestas les transmitió a los jóvenes que desde su óptica, deben prevalecer todos los derechos para todas las personas, premisa con la que coincidieron los cientos de jóvenes asistentes.
Sin que lo anterior implique inobservar la responsabilidad con la que se deben ejercer dichos novedosos derechos adquiridos, pero México necesita evolucionar: el país no puede quedarse rezagado ante las exigencias que las nuevas generaciones demandan. Debe reconocerse por las autoridades el nuevo presente, y los derechos legítimamente obtenidos. E ir por más.
En fin, como lo dije el 7 de marzo en columna que titulé: ‘Sincretismo político, la ruta’: “considero debemos pavimentar una ruta alternativa, una que sin hipocresías vea de frente a los jóvenes, recoja sus anhelos de libertades y los refleje en su apertura de derechos, pensando realmente en el porvenir de México”, y en este caso en el porvenir de Tamaulipas…