Jesucristo es Dios hecho hombre por amor a la humanidad, y es el Único Redentor, el Único Salvador. Y la salvación significa que este Dios-hombre vino a invitar a todos a ir al cielo, donde, dice la Biblia, vamos a ver a Dios cara a cara.

Pero para poder participar de esa vida eterna que consiste en estar para siempre con Dios. Jesucristo marcó un camino que se encuentra en el Evangelio, todo creyente debe hacerlo vida, es decir, se debe de convertir en criterio de vida.

Este domingo la Palabra de Dios escrita en la Biblia que se proclama en la misa, invita a hacer una reflexión sobre la manera que se está viviendo, pero también presenta que Dios ofrece la oportunidad de arrepentirse, de enmendar el camino

En el texto evangélico escrito por san Mateo 21, 28 – 32, el Señor Jesús presenta una comparación, un padre que tiene dos hijos, “al primero le ordenó: Hijo, ve a trabajar hoy en la viña. Él le contestó ya voy, Señor pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este respondió: No quiero ir, pero se arrepintió y fue”. Y Jesús pregunta cuál de los dos hizo la voluntad del padre, y le responden: el segundo.

Comparto dos pequeñas reflexiones la luz de este texto: Es importante que el creyente este al pendiente de la voluntad de Dios recordando que en la Biblia, la viña significa el mundo. Cuando la voluntad de Dios, conociéndola, no se cumple es importante arrepentirse y cumplirla. Porque como dije antes, de eso depende la participación en la vida eterna. Recordando que Dios no condena, la persona se condena cuando no cumple la voluntad de Cristo.

Esa misma idea aparece en la primera lectura de la misa de este domingo tomada del libro del profeta Ezequiel, 18, 25 – 28: “Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.

Es importante recordar que todos somos pecadores, y delante de Dios lo que importa es reconocer el pecado, volverse a Dios.

Se puede orar con palabras del Salmo 24: “Descúbrenos Señor tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y Salvador tenemos en ti nuestra esperanza”.

Que el buen Padre Dios les fortalezca con su amor y con su luz.