De lo más cercano a ti mismo, de lo que nunca imaginaste que existía, pero que en ocasiones emerge de lo más profundo del ser, a la superficie de la frontera con el entorno, para ver la luz de la otra realidad, la que se vive en la pasividad del fingido sueño, cuando en realidad se está despierto para adaptarse a la comunidad de las apariencias, la del día a día, donde es difícil diferenciar la verdad de la mentira, lo bueno de lo malo, lo claro de lo oscuro; ahí, donde la felicidad resulta ser para muchos un mito, una ilusión engañosa, pero que por así convenir al interés colectivo, se hace uso de su capacidad de adaptación para ser incluidos al todo, que se mueve según las tendencias globales, de tal manera que se finge la sonrisa, muy a su pesar, pues no logran disimular del todo su desacuerdo, su inconformidad y anegan su interior con lágrimas de frustración, expresando su cuerpo las evidencias de los incuestionables sesgos de una filosofía de vida que termina igualmente ahogándose ante el fracaso ilusorio de una fórmula mágica para terminar con los males existentes, sin tener conciencia que éstos han sido el estigma que pone en evidencia la ambición humana.
De lo más íntimo del ser, saldrá de inicio, en forma tímida, una luz de esperanza para recuperar la confianza en el hombre y la mujer, que por igual han sucumbido a la tentación de ser lobo cuando debieran ser corderos, y que en su origen, de forma natural brillan los valores de la humildad y la bondad, antes de que éstas puedan volver a ser contaminadas por las verdades a medias y las mentiras, que por el uso de la fuerza casi hegemónica del poder se maquillan como verdades para aparecer posteriormente como leyes.
Todo lo que sube, tiene que bajar por su propio peso, sobre todo, cuando no se tiene un sólido cimiento, cuando se privilegian acciones llenas de imperfecciones, cuando se quiere tener cautivo al viento para obligarlo a conducirse incluso por direcciones que ponen en riesgo la viabilidad de su libertad.
Las lealtades ficticias suelen fragmentarse cuando la oscuridad amenaza con obscurecer sus intereses, pues nadie estará dispuesto a sacrificar lo propio para hacer realidad un sueño que nunca fue suyo.
Lo más cercano a ti mismo es tu verdad, aquella que yace en lo más íntimo de tu ser y se alimenta de la única energía que nos invita a ver al prójimo como un hermano, que nos hace sentir con ello la misma necesidad de verlo feliz sin sembrar en su corazón un sentimiento contrario al amor que nos mueve para ser solidarios, respetuosos y justos para encontrar la paz tan anhelada.
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