Ya viene el tiempo en que quienes fungen como alcaldes y diputados están llevando a cabo un acto protocolario en el que, se supone, informan de sus actividades realizadas. Podríamos haber ahorrado esos gastos y haber hecho más, según piensa la mayoría de la ciudadanía, ante el embate de ineficiencia que se ha mostrado en el pleno legislativo y en algunos ayuntamientos.

Las tareas del Ayuntamiento no son extraordinariamente espeluznantes, ni asombrosas: se refiere a administrar un gobierno para que los servicios p-úblicos tengan un adecuado funcionamiento, o al menos, que estén cerca de los parámetros normales, es decir, que se cumpla con lo que la gente requiere y por lo que paga sus impuestos, aunque sabemos que hay muchos que no tienen idea de lo que es un pago, y se amparan en “ser pobres”, en “todo se lo roban” y muchos otros pretextos.

Un caso concreto es el de quienes defienden el hecho de que los motociclistas circulen sin placas ni medidas obligatorias de seguridad, argumentando que son vehículos de pobres.

Cuando uno de éstos se estrella en un vehículo, llevando a su esposa e hijo o hijos y se mata el chamaco, el automovilista no acaba con sus problemas, propiciados por la irresponsabilidad motociclista. Ahí no hay equidad, y el transitar en carro, bicicleta, motocicleta o lo que sea nada tiene que ver con estar pobre o no, con no tener en qué moverse.

Las autoridades deben propiciar la legalidad en todos ámbitos.

Así, exigiríamos que nos metan en cintura a los automovilistas sin placas, con polarizados, incluyendo funcionarios, a los ciclistas que se pasan luces rojas y circulan en sentido contrario, a quienes no pagan su predial, a los que tienen enmontados sus predios que son nido de infecciones y moscos transmisores de enfermedades.

En otras palabras, quisiéramos que no hubiera impunidad, aunque para ello tendrían que desaparecer los que gobiernan, y nacer una nueva generación, lo que es imposible.

Y esos informes nos muestran mucho de lo que se hace en cada Ayuntamiento o Municipio, y es cuando valoramos el que la autoridad ha cumplido o no, y el mejor juicio no lo hace un video en Facebook o un boletín sonriente: lo hace el juicio popular.

En Victoria, no podemos negar que el gobierno de Oscar Almaraz ha mejorado en mucho nuestra infraestructura, aunque los pesimistas no alcanzan a ver los muchos camiones de limpia nuevos, los muchos metros pavimentados, las miles de lámparas de alumbrado: solo ven lo que les molesta a ellos, pero no piensan que nuestra administración tiene que ver por más de 300 mil almas y no solo por una. No seamos egoístas, pues, y tengamos en cuentan que las carencias y necesidades son demasiadas para tan poco presupuesto, y Almaraz ha tenido que buscar en el gobierno estatal y federal algunos apoyos extraordinarios para que alcance mejor el recurso.

¿qué falta mucho? Nadie dijo que fuera una administración perfecta: ahí hay dos o tres “dioses” que no han entendido que están para servir y no para encerrarse o negar audiencias –lo más torpe que hay-sino para atender al ciudadano, para responder a las demandas.

Podemos decir, a poco tiempo de que se lleve a cabo un informe de la administración municipal, que la calificación es aprobatoria, que hay motivos más que suficientes para estar contentos mas no satisfechos, pero que tenemos un buen rumbo, o al menos, así lo percibimos cuando vemos servicios básicos funcionando mejor que antaño.

Y no se trata de comparar si azules o tricolores: las administraciones no debieran tener colores, sino postulados de servicio y atender a todos como se debe, y por lo que bien cobran.

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